Tarot: XX El Juicio
· Volvemos a encontrarnos a este personaje humano que ha estado ausente buena parte del camino del tarot. Es un personaje que ya no es un niño pues ha madurado. Representa obviamente al Yo como el nuevo ser que renace. La carta lo muestra claramente levantándose de una tumba. Ese Yo que primero deseó ser (el Mago), que luego se coronó con todo su poder (el Carro), y que después fue necesario matarlo (XIII), ahora es cuando vuelve a surgir (el Juicio).
· Pero hemos de constatar que es un ego diferente pues es la primera vez en todo el Tarot que una figura humana mira a lo alto. «El rostro contempla al Rostro», lo divino y lo humano se reconocen. Es aquí donde podemos decir que «después de años arduos de buscar a Dios, me dí cuenta que era Él el que me buscaba a mí».
Nos damos cuenta que todo ese viaje había sido una respuesta a un Llamado. Que este camino de completitud no lo habíamos elegido, sino que hemos sido elegidos.
· En este renacer, el personaje no se encuentra solo, está acompañado por una mujer y un hombre mayor. Dan su bienvenida al personaje que ha estado muerto (inconsciente). De alguna manera reflejan la trinidad, padre, madre e hijo. Es tal vez el hijo pródigo que vuelve a casa, que vuelve a su estado natural.
· Ahora es consciente de los compañeros de viaje. Además estos compañeros pueden significar las 4 funciones básicas que nos relacionan con lo que no soy (percepción, sentimiento, pensamiento e intuición), funciones racionales (sentimiento y pensamiento) e irracionales (percepción e intuición según Jung).
Aunque el Yo se identifica con la función dominante, la carta nos quiere decir que las funciones pueden expresarse simultáneamente. El cuarto elemento que falta es el que nos hace retornar a la unidad perdida. De la misma manera que las patas de la mesa del Mago sólo se muestran tres, la cuarta permanece invisible pero es la que gesta el nuevo ciclo de expresión.
Cuando el flujo de la mente no va hacia afuera retorna a la fuente y en la fuente estas funciones básicas son indisolubles. Esas funciones que ejemplifican los contrarios coexisten cuando estamos en nosotros mismos.
· Además este trío está con las manos juntas, en una expresión de oración o recogimiento. Es el mudra (añjalimudra) de la unidad, del que vive hacia dentro más allá de la dualidad. Es la unión del mundo de diamante (espiritual) con el mundo de la materia.
· No es de extrañar que en esta posición estén esperando un juicio. Este juicio puede ser riguroso pero es la puerta para ver las dos caras de la vida. En esa ecuanimidad uno es menos tajante, menos definido, ni tan blanco ni tan negro, sino toda la gama de colores y matices.
· Y está de espaldas, vuelto hacia el espíritu, anónimo sin mostrar ninguna cara, sin estar hacia lo social. Mostrando su vulnerabilidad. Nos quiere decir también que no tiene cola de diablo como los personajes de la cara XV, que ya ha revisado su sombra.
· En este llamado hasta las montañas (lo más material) se inclina hacia la altura, el mismo cuerpo se vuelve sagrado, desnudo, dispuesto a lo divino.
· Pero lo que viene de la altura es un tronar, un gong inmenso que nos despierta. La verdadera religión es la religión del despertar, del darse cuenta.
· Pero lo que suena es pura música, y la música se encamina directamente al corazón donde se juntan las manos en el pecho. Sentimos que el mundo es como un discurso que suena al cual hemos de estar atentos. Si no escuchamos la música con el corazón no nos transforma. Si estamos en la mente, en la crítica, perdemos el instante. Sólo se puede escuchar en el aquí y ahora.
Hay un sentido profundo de meditación en esta carta, pues la meditación también es un estar suspendido, mientras se escucha, aguardando, en silencio interno, algo que va transcurriendo. Y es que la existencia se vierte momento a momento.
· Lo que nos dice la carta es que el mensaje nunca está acabado, que hay una progresiva revelación, que se va desplegando a medida que se vive. Nunca hemos llegado, siempre se puede integrar más, pues la vida continua.
· Entonces sentimos que ese juicio es un juicio permanente. Somos culpables ante ese juicio por haber desmembrado la totalidad, por mantenernos en la parcialidad. Sólo nos libramos de ese juicio cuando aceptamos la totalidad, cuando somos lo que realmente somos, no lo que no somos, lo que querríamos ser. La impecabilidad consiste en mantenernos en eso que somos. Ahora ya podemos reconocerlo.
· El ángel con la trompeta es un símbolo de anunciación, que anuncia la realidad de un cambio, de un nuevo ciclo. Es la transformación integral que puede hacer un ser. La bandera en forma de cruz habla de esos cuatro elementos que se armonizan.
· Alude al Juicio Final en la tradición cristiana. Cuando la trompeta de Miguel hará el llamado a los justos para que vayan al cielo y a lo impuros al infierno.
· Aparece la importancia del ego, de un ego redimido. Un ego que está de acorde con lo más alto. Lo que sale de la tumba es un ser completo, que no perfecto. Redimir en el sentido de quedar libre de ataduras.
Completo en el sentido de asumir la propia responsabilidad ante la vida. Si el egoismo es el escape a toda responsabilidad, entonces nos volvemos desprendidos.
Julián Peragón