La doma del toro: V La doma del toro

La Doma del Toro (buey o búfalo). Las diez etapas del despertar

 

 

 

Preciso el látigo y la soga,

De lo contrario, se escaparía por caminos polvorientos.

Si está bien domesticado, llega a ser dócil con naturalidad.

Entonces, sin herraduras, obedecerá a su dueño.

Comentario:

Cuando aflora un pensamiento, otro le sucede.

Cuando el primer pensamiento brota desde la iluminación, cuantos le siguen son verdaderos.

A través de la ilusión, se convierte todo en falsedad. La ilusión no esta producida por la objetividad; es el resultado de la subjetividad.

Amárralo fuerte por el anillo de la nariz y no dudes ni un instante.

 

El toro se mueve entre abismos y precipicios. Puede escaparse o extraviarse por eso no hay que separarse del látigo ni del lazo. No podemos confiar en la naturaleza de la mente. Aparece el deseo, la tentación, la ilusión y te arrastra. Si no prestas atención ese inconsciente donde están contenidos nuestras motivaciones internas toma fuerza y arremete. Puede aparecer la duda, la pereza, la precipitación, la tentación, la desesperanza, el miedo, entre otras.

El sutras nos recuerda que si domesticamos al toro bien se volverá manso y nos seguirá. Tenemos que entender que la parte instintiva de la mente no puede ser reprimida sin pagar un alto precio. Toda negación, represión o bloqueo de lo que somos, por muy racional, emocional o instintivo que sea se transvestirá en otra cosa, se camuflará en fantasías, se somatizará en enfermedad. Si tratas mal al toro, éste se volverá inquieto, se escapará o atacará para defenderse.

Hay una imagen preciosa en el arcano XI del Tarot de Marsella. Una mujer con el semblante meditativo abre las fauces de un león sin ninguna fuerza física. Más bien parece que le está enseñando a hablar, le está invitando a dejar su ferocidad. En palabras de la alquimia diríamos que hay que convertir el plomo en oro, hay que transformar la ignorancia en consciencia, en definitiva, hay que sublimar lo que está en un nivel y llevarlo a un nivel más elevado pero sin reprimirlo.

En realidad la mente está a nuestro servicio. Tiene que reconocer una autoridad más alta. El dueño del perro sabe que tiene que ser severo y a la vez tierno con su mascota y desde ahí el perro le obedece sin violencia. Los límites tienen que estar claros porque son la referencia desde la que podemos andar. Si la aguja de la brújula baila demasiado no podrá sernos de utilidad. El toro tiene que saber cuáles son los límites. Por eso, todavía, el látigo y el lazo hay que utilizarlos sin dudar un instante. El látigo es la conciencia, la atención que hace que el toro no se duerma, y la cuerda o el lazo es la disciplina para sujetar y que no aparezca la dispersión. En Yoga hablamos de svadhyaya y de tapas, de indagación y disciplina, en definitiva de conciencia y de energía bien canalizadas.

 

Julián Peragón 

 

Bibliografía:

• LA DOMA DEL BUEY. Las diez etapas del despertar según el maestro zen Kakuan Shien. Traducción y comentarios de Dokushô Villalba. Miraguano Ediciones.

• La Búsqueda. Los diez toros del Zen. Versión de Osho. Editorial Debate

• El Camino del Despertar. Catherine Depeux. Editorial Ibis




La doma del toro: IV Apresar al toro

La Doma del Toro (buey o búfalo). Las diez etapas del despertar

 

 

 

Lo apreso con feroz lucha.

Su gran poder y voluntad son inagotables.

Desde la colina embiste a la inalcanzable nube lejana,

O permanece en un barranco impenetrable.

Comentario:

!Permaneció mucho tiempo en el bosque, pero hoy lo he apresado!

La bravura de la lucha interrumpe su camino.

El toro ya esta lejos de su anhelado pasto verde.

Su mente todavía es terca y sin freno.

Mi deseo de someterle me obliga a alzar el látigo.

La mente es tan salvaje y sibilina que no se deja atrapar. “Hay que apresarla con feroz lucha”, en realidad es una lucha a muerte por eso la tradición habla a menudo de la guerra santa contra el ego.

Pero si uno no persevera fácilmente el toro se escapa, si uno se distrae con las tentaciones del mundo el toro vuelve a sus pastos frescos. No es una batalla la que hay que ganar es algo mayor, ya no utilizamos sólo estrategias hay que utilizar “el látigo”. La mente no es un objeto con un botón on-off, la naturaleza de la mente está siempre “recordando” la libertad de los pastos verdes, siempre está maquinando, elucubrando, fantaseando, manipulando la realidad que le envuelve. La mente se intoxica fácilmente por los venenos de la ignorancia, la codicia y el odio, le pueden sus apegos, sus rutinas, sus inercias. La mente nos puede llevar a paraísos pero también a infiernos, no podemos fiarnos porque todavía no está domada.

Utilizar el látigo para que el toro permanezca quieto cerca de ti es profundizar en la disciplina. La disciplina no es una voluntad férrea que nos imponemos, tiene más que ver con una actitud de centramiento y disponibilidad. La verdadera disciplina es curiosidad por saber cómo se desarrolla aquello que verdaderamente amamos. La disciplina bien entendida genera un entorno que aleja la dispersión, produce en la mente un impacto que la calma y la hace trabajar tanto en un sentido que la purifica. La disciplina no es sólo fuerza, a veces, si ponemos el ejemplo del trabajo corporal, hemos de tonificar y otras relajar. Con el toro pasa lo mismo, a veces hay que dejarlo pastar y otras encauzarlo por el camino siempre con el látigo cerca. Sabemos que el jinete debe utilizar a veces las riendas y otras el látigo. Hay que evitar el estancamiento pero también la precipitación. Es como el director de orquesta no te permite que te quedes anclado en un compás de la partitura musical pero tampoco que te vayas por encima del rimo adecuado.

En realidad para capturar al toro necesitamos el don de la discriminación. Hay que saber cuándo apretar y cuándo soltar. Con la tendencia a la debilidad el toro sin duda se escapará, nos dominará, pero con la rigidez el toro se rebelará y será imposible hacerlo caminar por la vereda. Nos dice Dokushô “cuando la mente se estanca debemos utilizar el látigo. Cuando la mente se disipa, debemos sacar el lazo y mantener firme. Estas son las claves para capturar al buey”.

Julián Peragón 

 

Bibliografía:

• LA DOMA DEL BUEY. Las diez etapas del despertar según el maestro zen Kakuan Shien. Traducción y comentarios de Dokushô Villalba. Miraguano Ediciones.

• La Búsqueda. Los diez toros del Zen. Versión de Osho. Editorial Debate

• El Camino del Despertar. Catherine Depeux. Editorial Ibis




La doma del toro: III Encontrar al toro

La Doma del Toro (buey o búfalo). Las diez etapas del despertar

 

 

 

Oigo la canción del ruiseñor.

El sol es cálido, la brisa suave, los sauces verdean a lo largo de la ribera,

Aquí ninguno toro puede ocultarse!

¿ Qué artista podría dibujar tan soberbia cabeza, cornamenta tan majestuosa?

 

 

Comentario:

Al oír la voz, podemos sentir su fuente.

Tan pronto como emergen los seis sentidos, atravesamos la puerta.

Dondequiera que uno entre, uno ve la cabeza del toro!

Esta unidad es como la sal en el agua, como el color en los tintes.

Lo más sutil no esta separado de mi mismidad.

 

La verdadera naturaleza de la mente aparece poco a poco, pero la mente no es lo que nos imaginamos: pensar, razonar, hacer categorías, etc … LA MENTE LO ES TODO. Enseguida nuestra percepción ya se ha convertido en mente, por eso dice el sutra «Oigo la canción del ruiseñor. El sol es cálido, la brisa suave, los sauces verdean a lo largo de la ribera». El buey aparece y no tiene sitio donde esconderse.

Podríamos decir que la mente no está dentro de la cabeza. Puede que el cerebro sólo sea un resonador, un receptor de una dimensión, la mental, que no está en el espacio. Tal vez el niño cree que la música que suena del radio está dentro y no se da cuenta que la música se emite desde muy lejos. La mente está fuera de tu cerebro y de tu cuerpo, está donde tú estas, está en la rama del árbol cuando la miras. Por eso se dice «como la sal disuelta en el agua, como el color en el tinte». La mente está tan entremezclada con la realidad que es la misma realidad. No hay dualidad.

La mente lo tiñe todo, se esconde como se esconde el toro a menos que percibas la globalidad. Desde ahí puedes observar tu mente, entonces has descubierto al toro. Pero, claro, el toro no se deja dominar, no está interesado en mirar hacia dentro sino en la imagen que está dando a los demás. Nos inventamos a nosotros mismos, pensamos en ficciones, mantenemos máscaras atraídos por las formas. En realidad nuestra identidad es contradictoria, nos seduce más lo que los demás dicen de nosotros que lo que verdaderamente somos. Pero como dice Osho «que la gente piense que eres feliz no te hace de verdad feliz».

Lo que comprendemos en este punto es que tenemos que pararnos para ver la mente, tenemos que estar al acecho, ser un guerrero. Esa es la vía de la meditación, ver de frente al toro y ver sus tendencias para ganar libertad.

Julián Peragón 

Bibliografía:

• LA DOMA DEL BUEY. Las diez etapas del despertar según el maestro zen Kakuan Shien. Traducción y comentarios de Dokushô Villalba. Miraguano Ediciones.

• La Búsqueda. Los diez toros del Zen. Versión de Osho. Editorial Debate

• El Camino del Despertar. Catherine Depeux. Editorial Ibis

 




Soportes meditación: Fluir con la respiración

La respiración es uno de los grandes soportes que ha utilizado la tradición para calmar la agitación de la mente. Mente y respiración son solidarios, cuando aparece una emoción fuerte la respiración se altera enormemente, cuando estamos calmados mentalmente la respiración tiende a un ritmo lento. En cierta manera observar la respiración es observar el reflejo de la mente y al poner nuestra atención en ella la agitación merma su fuerza y se inicia un círculo positivo en el cual respiración y mente se retroalimentan. En otras palabras, al prestar atención a la respiración se abre un canal de escucha interna como si la respiración fuera un pasadizo secreto para una mejor interiorización.

Para salir de la compulsión mental hay que seguir el flujo de la respiración sin esfuerzo, sintiendo la entrada y salida del aire. Ese ritmo respiratorio tiene que ver con la pulsión básica de la vida, dar y recibir, activarse y reposar, vivir y morir. La respiración es la fuente del alimento fundamental para nuestro sistema que es el oxígeno, la energía.

 

SENSACIÓN FOSAS NASALES

Podemos seguir el movimiento de la respiración en la sensación de las fosas nasales. El aire que entra es fresco mientras que el aire que sale es caliente. Nota especialmente el labio superior y el cambio de temperatura con cada fase de la respiración. Hay que estar completamente concentrado es el flujo del aire y no permitir la irrupción de la mente y su dispersión.

 

VAIVÉN EN EL VIENTRE

También podemos poner la atención en el movimiento del diafragma reflejado en el vientre que sube y baja. Al prestar atención a nuestro vientre dejando que se produzca una respiración profunda y balsámica cambiamos el acento de la atención que habitualmente se va a nuestra cabeza. Es como ir de nuestro cerebro mental a nuestro cerebro instintivo. En esa sensación más visceral es más fácil conectar con el aquí y ahora, con la sensación de estar presentes.

 

CONTAR RESPIRACIONES

Al final un método simple para empezar en la meditación y conseguir una cierta calma es el de contar respiraciones. El conteo repetitivo, todos lo sabemos, aburre a la mente. El ritmo pausado con las respiraciones «rompe» la dinámica de la mente dispersa. Lo bueno es que el conteo es un buen test de tu atención porque si te dispersas pierdes el «hilo» de la numeración te das cuenta objetivamente que te «has ido» a otro lugar con tu pensamiento.

La forma de contar es la siguiente. Inspiras con una cierta vitalidad y al final de la espiración en el vacío repites mentalmente «uno» y así sucesivamente. Si logras contar «om» en vez de números asocias la eficacia del conteo con el poder del mantra. Si pierdes el hilo del conteo tienes que volver a empezar, no sirve hacer aproximaciones.

 

Ejercicio 1

DEL 1 AL 10

Un ejercicio muy sencillo es contar del 1 al 10 y seguir haciendo ciclos hasta el tiempo predeterminado.

 

Ejercicio 2

CONTAR A LA INVERSA. Del 27 al 0

Contar en orden tiene el handicap de que podemos contar automáticamente mientras nuestra mente se entretiene en otras historias. Por eso contar a la inversa requiere de un plus de atención. La primera respiración es la 27, la siguiente la 26 y así hasta el 0.

 

Ejercicio 3

CONTAR RAMILLETES. 125 respiraciones

Dentro de la tradición Zen encontramos esta práctica interesante que añade el conteo una imagen natural y poética como son las flores.

• En cada inspiración dibujamos desde un centro el borde ascendente de un pétalo y con la espiración lo completamos. Si queremos podemos visualizarlo, color, textura, forma, etc.

• Cada cinco respiraciones tenemos una flor de 5 pétalos.

• Realizando este ciclo 5 veces tendremos un ramillete con cinco flores.

• Y completando cinco ramilletes tendremos un total de 125 flores.

Lo interesante de este método es que te obliga a subir y bajar de nivel a diferencia del conteo lineal. Estás en un pétalo determinado, de una flor concreta dentro de un ramillete específico. La atención tiene que ser total.

Contar este ramos de flores ten entretendrá almenos media hora en tu meditación, para mucho toda la sesión.

Julián Peragón 

 




Mudrâ: Shankh mudrâ

Shankh Mudrâ, el gesto de la caracola

 

Técnica:

El gesto de la caracola se hace con ambas manos. Los cuatro dedos de la mano derecha abrazan el pulgar de la mano izquierda, mientras el pulgar derecho se une al dedo medio extendido de la mano izquierda. Mirando el mudra de frente parece una caracola que se repliega hacia el interior. Hay que colocar el mudra en medio del pecho. Si se quier se puede repetir el mantra Om como expresión sonora de esa metáfora de la caracola.

 

Meditación:

Cuando el sonido de la caracola rompe al alba invitándonos a recogernos en el templo de oración nuestro ser se regocija. Esa reverberación del infinito mar que permanece en el interior de la caracola se expresa en voz alta cuando nuestro aliento le insufla vida. Es esa misma reverberación de nuestro mar interior que desea bramar celebrando ese mismo infinito. Cuando el sonido irrumpe en la mañana la mente se para, el tiovivo del pensamiento, aunque sea por un instante, pierde inercia. Se abre la posibilidad de una mayor calma.

En realidad el sonido del cuerno de la caracola simboliza la apertura de las puertas del templo, y como en nosotros el templo está en el corazón, la cercanía del mudra es una invitación a ir hacia dentro, un clamor de trompetas para que los collares que atenazan el corazón se rompan en mil pedazos. El corazón no se abre a trompicones ni con desgarros, hay que volver la mirada hacia el centro del pecho y hay que susurrarle como a los caballos para que no se espante. El corazón se abre con humildad, deseosos de leer en su interior nuestros secretos designios, donde seguir las pistas de nuestro destino. Sólo así el corazón habla.

Pero nos preguntamos ¿qué esconde la caracola en su interior? Una perla. Para los chinos las perlas «son gotas de rocío milagrosamente caídas dentro de la ostra que aprisionan la luz del alba», pero todos sabemos que en el interior de la perla hay un grano de arena que inicia un proceso alquímico. Es esa misma alquímia que realiza el alma transfigurada por las circunstancias. El grano de arena es rumiado por la concha de la misma manera que la vida lima las asperezas de nuestro ser interior. Y eso es lo que hacemos con el mudra, los dedos que abrazan el pulgar que está en el interior de las manos se agarran a lo que de verdad tiene valor, a esa gota de rocío enquistada en el corazón de una ostra. Porque no se trata tanto de ir al corazón como de ir al corazón del corazón, a la perla que guarda celósamente nuestra caracola.

Julián Peragón 

 

 




Mudrâ: el mudra del Ser Interior

Mudrâ del Ser interior

 

Técnica:

Las manos están juntas pero huecas de tal manera que las yemas de los dedos se junten. Los pulgares están juntos y dentro de la pequeña cueva que hacen los demás dedos. Hay que mantener las manos primeramente ante la frente mirando sin bizquear y después bajar el mudra unos centímetros por debajo de la barbilla.

Podemos prestar atención a la respiración y con cada espiración murmurar “Huuuu” como si quisiéramos conectar con el misterio a través de la hendidura que dejan los dedos.

 

Meditación:

Este mudra representa el ser interior que habita en nuestro interior. Más allá de toda forma, energía, emoción o pensamiento hay una chispa de divinidad en el ser humano. Lo importante es que esa expresión íntima del ser humano debe estar recogida en un continente que es el propio cuerpo, por eso las manos junto con los dedos crean una especie de cueva donde anida nuestro Ser.

En algunas tradiciones esotéricas el encuentro de uno mismo se hace dentro de un muro o templo puesto que este descubrimiento requiere de una práctica y una intimidad. La cavidad de las manos deja entrever la luz de la misma manera que en las iglesias la luz se filtra a través de los vitrales creando una sensación de interioridad.

Julián Peragón 

 

 




Mudrâ: Pushpaputa mudrâ

 Pushpaputa Mudrâ, una mano llena de flores

 

Técnica:

Las manos como si fueran cuencos reposan sobre el regazo de los muslos. Los dedos relajados y los pulgares pegados a los otros dedos.

 

Simbolismo:

Unas manos abiertas que no tienen miedo a la vulnerabilidad de la exposición. Unas manos abiertas que no son ávidas para apresar y retener que entienden que las cosas, los bienes, los vínculos, la misma energía es un flujo que debemos dejar fluir. Unas manos que dan como da el corazón, por rebosamiento.

Ese abrirse para sensibilizarnos, para captar lo sutil de la vida, sin miedo a contraer «malas» energías porque cuando uno está limpio de corazón lo negativo resbala. Sólo atraemos aquello que ya está en nosotros de una forma latente o manifiesta.

Esta actitud es la que permanentemente nos recuerda la flor, abre sus pétalos entregando su alma, aroma y colorido, belleza y fragilidad, está presente en el mudra. Y el Pushpaputa mudra nos recuerda, además, que poseer algo forma parte de la ilusión de la vida, de la ignorancia del ego. Es como coger el aire, el agua o la arena que se escapan por nuestras fisuras entre los dedos, o querer atrapar la vida bajo seguros de vida o contrato de vínculos, pues nada escapa a la muerte.

Siente brotar de tus manos una flor y entrégala a la totalidad que nos rodea. Nos dice el refrán, siempre queda algo de olor en la mano que regala rosas.

Julián Peragón 

 




Mudrâ: el mudra del Loto

 Mudrâ del loto, símbolo de pureza

 

Técnica:

Las manos están juntas a la altura del pecho y los dedos se abren permaneciendo juntos los dedos meñiques y pulgares de ambas manos.

De entrada, se puede hacer la mudrâ en movimiento, al inspirar los dedos se abren formando una corona de pétalos y al espirar los dedos se cierran formando un capullo. A la vez nos da la impresión que es el mismo corazón el que palpita en cada movimiento

 

Simbolismo:

Hemos de recordar que la flor de loto atraviesa tres reinos: la tierra, el agua y por fin el aire donde la flor se abre a la luz. De la misma manera que el loto se arraiga en el fango, su tronco queda sumergido y se alza una flor inmaculada, el sabio, aún viviendo en el mundo lleno de intereses, mantiene su pureza.

El mismo simbolismo universal de la flor nos ayuda a comprender la mudrâ. La flor se abre sin condiciones aportando su perfume, su colorido y su belleza. Un recuerdo esencial de bondad y generosidad sin pedir nada a cambio. De tal manera que cuando uno se abre al sol, ese sol espiritual, recibe más que lo que otorga.

Imagina que tu corazón se abre dando luz y compasión, pero en esa misma apertura también recibe esa conexión con lo más sutil y sagrado que habita en nosotros.

Julián Peragón 




Mudrâ: Jñana mudrâ

 Jñana Mudrâ, el gesto de la conciencia

 

Técnica:

Tanto en una mano como en la otra, el dedo índice y el pulgar se tocan, se pueden tocar levemente yema contra yema en una actitud más receptiva o también el dedo índice debajo del pulgar ejerciendo éste una ligera presión sobre la uña del dedo índice, actitud más activa. Los otros tres dedos están extendidos.

Las manos están sobre los muslos, mirando hacia arriba (Jñana mudra), mirando hacia abajo (Chin mudra). En otra variante la mano puede estar cerca del pecho. Si la mano se pone vertical mostrando la palma hacia el exterior es signo de iniciar una enseñanza (Vitarka mudra, el gesto de la discusión). Mudra que se ha representado en la iconografía cristiana cuando Cristo imparte una enseñanza.

 

Meditación:

Hay un arriba y un abajo, un macrocosmos y un microcosmos, un cielo y una tierra que se reflejan mutuamente. Hay también un Purusha y un Ishvara, o dicho de otra manera un Atman y un Brahman, un ser individual que ansía fundirse con el Ser cósmico. En verdad llegamos a este mundo desgarrados, tal vez ese es el simbolismo original del pecado original. Tenemos que volver a ensamblar la unidad que está en la base del universo. Universo que significa Uno en la diversidad.

Y tal vez este es el mensaje principal del Yoga, unir lo que previamente está separado, escindido, fragmentado porque Avidya, leáse ignorancia fundamental, nos mantiene divididos bajo el velo de ilusión. En este mudra los dos dedos principales se acercan, confluyen. Su íntimo contacto nos recuerda que la separación del Jivatman, esa chispa divina que está escondida en nuestro interior es menor que el grosor de un papel de fumar. La gran Alma lo interpenetra todo, no hay lugar donde no esté pero nuestra mente, siempre presa de espejismos no se da cuenta. No sabemos leer los mensajes del espíritu que se cuelan en nuestras realidades más cotidianas. Tenemos que aprender a leer los códigos del alma, mejor dicho, reaprenderlos.

Este gesto es la voluntad de acercar esas dos realidades que en realidad son una misma, el alma dentro del Alma del mundo. Unir nuestra conciencia libre de prejuicios con ese flujo de inteligencia cósmica que vibra hasta en la última roca. Se dice que los otros tres dedos extendidos son las tres gunas, las cualidades básicas que están en la vida manifiesta como si ésta se tejiera con tres hebras, la hebra de la estabilidad, inercia (tamas), la hebra de la actividad, dinamismo (rajas) y la hebra del equilibrio (sattva). Tal vez con esto deberíamos entender que la fuerza de la evolución está tejida con estas tres cualidades que están en la base del impulso de elevación del ser individual hacia su fusión con la Totalidad.

Julián Peragón 

 




Mudrâ: Dhyana mudrâ

 Dhyâna Mudrâ, el gesto de la contemplación

 

Técnica:

Ambas manos descansan sobre el regazo con las palmas mirando hacia arriba, habitualmente la derecha descansa sobre la izquierda y los dedos pulgares se tocan en la horizontal.

 

Meditación:

Dhyâna es el séptimo miembro en la estructura óctuple de Patañjali y significa meditación, también en el ámbito budista. Y en japonés esta mudrâ se llama Jo-in, el gesto de la concentración. Nos concentramos con este gesto, recogemos los tentáculos de la acción que están asociados a nuestras manos, a nuestros dedos y nos quedamos en vacío, como si le quitáramos el soporte a la mente. Sólo a través de una concentración exquisita y mantenida podemos llegar a la liberación, esto es el samâdhi, la suprema concentración.

En realidad las manos forman un tubo, una especie de embudo que apunta directamente al Hara, el centro del vientre. Y esto es importante porque el gesto lo que nos está diciendo es que dejemos de pensar con la cabeza y «pensemos» con el vientre. Si nos imaginamos un enorme ojo en el vientre veremos la realidad desde otro punto de vista. El bajo vientre es el centro de nuestro cuerpo, de nuestra estabilidad, hay, por decir así, un cerebro instintivo que nos vuelve a conectar con nuestro ser, con esa inteligencia salvaje que todos poseemos.

Por otro lado el gesto de los dedos se convierte en un inestimable test de atención. Los pulgares enfrentados deben estar ligeramente en contacto, si, como ocurre tantas veces, perdemos nuestra atención, los dedos se separaran, si, por el contrario, estamos demasiado tensos en la postura, los dedos empujarán demasiado formando una cresta. Y aquí está uno de los valores de la mudrâ, que no debe formar ni valle ni montaña pues la atención es ese equilibrio entre la atención y la relajación. En terminología de los Yoga Sutras diríamos sthira-sukha, equilibrio entre la firmeza y el abandono.

El que una mano esté por encima de la otra puede tener diferentes interpretaciones dependiendo de la tradición en la que se ejecute. Desde el budismo, la mano derecha representa el mundo de Buda y la mano izquierda Todos los seres, indicando que lo espiritual está por encima de lo mundano pero que en realidad todo forma parte de la unidad. Si la izquierda está por encima de la derecha también se puede interpretar como que la realidad manifiesta (izquierda) está sostenida por otra realidad invisible que es la espiritual (derecha). Así pues no importa tanto la posición de las manos como de entender el mensaje.

La tradición dice que Buda logró la iluminación bajo el árbol bodhi haciendo la dhyâna mudrâ. En esta posición vino Mâra, el destructor, la personificación de la muerte. Buda venció las innumerable tentaciones a las que fue sometido. Tal vez este gesto nos quiera decir que sólo la ecuanimidad nos libera de los estragos de los opuestos. Es como si tuviéramos una balanza en nuestras manos cuyo objetivo es mantenernos en el fiel, en el medio justo. Porque delante del deseo lo justo no es ni caer en la tentación ni tampoco negarla, más bien la posibilidad es dialogar con el deseo para entender que donde apunta todo deseo es a la completitud no que es de este mundo aunque se manifiesta aquí, en la pura carne.

Valga la imagen de dos cuencos uno dentro de otro y llenos de agua. ¿Qué puedes hacer? Mantenerte en equilibrio para que no se derrame ni una gota. Es decir, atravesar este mundo sin perderte, dar vuelta a la manivela de las circunstancias sin quedar atrapado y desenredar la madeja de las acciones sin que quede ningún nudo.

Julián Peragón