En el Olimpo

 

Amanece en el Olimpo. Los dioses se desperezan de un largo sueño de siglos de años luz. El hambre de cientos de agujeros negros o el resquemor de algunas alienaciones de estrellas los llevan a estirarse y a mover el entumecido cuerpo celeste. Todo es armonía de esferas. Cuando un dios bosteza aparece un quasar más luminoso que miles de galaxias juntas, y cuando suspira, un viento intergaláctico fecunda nuevas formaciones con polvo de estrellas. En una noche divina se hacen y se deshacen universos enteros, pues un día de Bramhan corresponde a miles y miles de años terrestres. De hecho, mientras cualquier Apolo hace una simple respiración, nosotros creamos y destruimos civilizaciones e imperios. Tal es la distancia que nos separa del orden cósmico.

También por aquí amanece y miles de Cupidos, Zeus, Afroditas y Dionisios paran el despertador maldiciendo la alineación de las agujas y la acidez estomacal. El endiosamiento onírico se esfuma al miramos y recomponernos en el espejo. En todo caso, también nosotros mientras hacemos un par de respiraciones se crean infinitas formaciones mentales y estallan algunas neuronas que se suman a los fluidos químicos que van y vienen al ritmo de un gran conmutador rojo. Somos un gran pequeño universo.

Lo que pasa es que no nos damos cuenta. Nos olvidamos de preguntarnos por qué se agolpan en tomo nuestro tres trillones de células y de donde viene esta facilidad de transmutar una simple lechuga en plasma y éste en energía, sentimiento o percepción. Cómo no darnos cuenta que todo pensamiento es una alquimía mayor que convertir el plomo en oro.

Ante tanta maravilla, mas bien parecemos unos simplones. Quimiorreceptores, enzimas, leucocitos o adrenalina van y vienen transmitiendo mensajes cifrados al cielo cerebral. Sólo el hecho de mantener la columna erguida es una verdadera proeza. Una delicada estructura de huesos y apófisis, ligamentos y tendones, cadenas musculares y sistemas de equilibrio hacen que una vértebra esté encima de la otra más o menos en equilibrio estable. Por eso no creamos que nuestro cuerpo se sostiene de milagro.

La respiración es «el no va más». Equilibrio de presiones, concentración en sangre, intercambio gaseoso, diafragma interconectado y un largo etcétera para poder comernos una bolsa de palomitas o jugar al tenis sin tener que prestar mayor atención.

Y aún así, en sólo media hora de meditación con las piernas cruzadas quedamos exhaustos o abatidos por el esfuerzo. Y es que, o bien nos agobiamos ante tanta complejidad de la que somos partícipes, o bien, nos aburrimos ante lo anodino que somos. Aquí está el gran dilema.

Ya nos dice la tradición que el autoproclamado YO no tiene ninguna fuerza efectiva de elevación o transcendencia y sólo le queda la función de tomar nota de lo acontecido, indicar el norte en según que momentos y sobretodo hacer clara y buena letra. Lo demás, lo único verdadero e importante, es una Llamada de espíritu a espíritu, una ampliación del alma o un encuentro con el simismo. Realización que, entre otras cosas, no está al alcance del común de los mortales y sólo está indicado para seres especiales, aquellos pocos elegidos por la benevolencia de los dioses. Pero claro, quien hace un hueco en la ajetreada jornada para poder meditar media hora y se mantiene impertérrito en silencio cuando a lo mejor tiene ganas de irse de pendoneo, es el YO. Y esto es un gran drama. Porque primero no era nada, lo fueron socializando con leche calentita, con chantajes y ardiles lo encauzaron. Crearon de tajo la separación entre el mundo, los otros y el YO, e incluso reprimieron lo otro que está en cada uno de nosotros. Después vino la competitividad, el esfuerzo, las buenas costumbres, el sentido común y la cultura. Y el YO que también es de carne y hueso se lo creyó, y se creyó amo y señor de todas sus pertenencias y en posesión de la verdad, única e indivisible.

Pero ahora le dicen que «nanai de la china», que si quiere rascar los mil pétalos azules de la divinidad o el éxtasis de la iluminación tiene que «desmontar la parada». Tiene que diluirse, darse la vuelta, negarse y morir. Tiene que bajar a los infiernos, hurgar en la oscuridad, recoger todas las proyecciones y quemar todo el karma acumulado. Tiene que, en última instancia, volverse humilde.

Tiene que hacer como aquel río que queda empantanado en las arenas del desierto y ha de evaporarse para renacer nuevamente en las montñas lejanas. Así de fácil. También así de fácil, cuando uno está meditando, se lo piensa dos veces. Primero sopesa la situación como quien no quiere la cosa, después se mira en su espejito mágico a ver como está de satisfecho consigo mismo, más tarde hace algunas prospecciones en la oscuridad a la espera de los propios fantasmas estén todavía de resaca y no presenten complicaciones. Cuando el dolor de rodillas y de espalda hace chup-chup, uno mira de reojo el reloj para sentir con claridad las coordenadas espacio-tiempo. Y tal vez, si queda tiempo, uno acierte a preguntar, casi de soslayo, ¿quién demonios SOY YO?.

Soy un accidente del azar, soy una chispa divina encarnada en este cuerpo mortal, soy un fragmento de un ser llamado humanidad o soy una mera ilusión. ¿Quien lo sabe?.

De momento los dioses todavía bostezan. Nosotros demasiado apresurados queremos imitarlos. Queremos, con las mejores intenciones, convertir el (nuestro) caos en orden, nuestra zozobra en intuiciones y éstas en razones de peso. Queremos hacer el tránsito del mito al logos como si esto fuera una simple cuestión personal, y queremos todo, y todo ahora, antes de que Cronos incluso tenga tiempo de guiñar un ojo. ¿No os parece?.

Julián Peragón

 

 




Males del mundo

 

Cuando el primer hombre holló la superficie de la luna, el filósofo, pacifista y premio Nobel Bertrand Russell dijo al respecto que «se había expandido el ámbito de la estupidez humana». Sin embargo, más allá de toda la parafernalia de cohetes y banderas, el estremecimiento de los tres astronautas ante el espectáculo majestuoso de una tierra cambiante en sol y sombra, sin duda, fue único. También es cierto que desde esas alturas, como desde las alturas filosóficas de conceptos pulidos y compactos, o desde las profundidades espirituales de amores y comprensiones descarnadas, la tierra –y todos los que estamos en ella– aparece sin contornos precisos, sin dimensión real, ni tan dura y ni tan contundente.

Pero basta aterrizar o amerizar en ella para sentir un nuevo, pero diferente, escalofrío. El Gran Azul, extenso y brillante tiene una viruela oculta, un salpullido de vértidos tóxicos incontrolados (Annubon) como si el mar, el mismo que nos dio vida, fuera un ser amordazado que traga y traga sin rechistar. Tiene también un tatuaje negro de alquitrán y petróleo (Alaska, Mar Rojo) y tiene atolones envenenados (Muroroa) que revientan peces. Los pocos que las redes intensivas de pesca dejan asomar la cabeza.

En la superficie, este aire caliente vuelve los icebergs inofensivos y deja un clima incierto de calma chicha donde lo único que pasa (agüjero de ozono) es lo que no debería pasar a decir de nuestra piel y de nuestra retina. La tierra amarillea de sequía mientras los pocos bosques se queman o se secan con la lluvia corrosiva (ácida).

Todo languidece menos el progreso que engorda por inercia devorando todo a su paso sin poder prever los miles de efectos colaterales de semejante indigestión. El progreso es un mito infantil que pretende recursos ilimitados (que no hay) y que muestra una ambición descontrolada. Atajar el futuro con una utopía (tecnológica) estando ciego al presente es un mero suicidio Tener más que ayer pero menos que mañana, y llegar a controlar el comportamiento de los mismos genes.

Cada minuto desaparece una especie vegetal o animal (y con ella una reserva insustituible) que probablemente nunca nos hayan presentado porque las selvas no son para investigar sino para sacarles hasta la última gota de oro, de caucho, de coca. Por la noche, en la estratosfera, se distingue muy bien Amazonia, con centenares de fuegos permanentes y diseminados que dejarán la selva limpia para la recogida de la madera.

También están estremecidos los Yanomamis y muchos otros pueblos indígenas que con la selva deshecha se les va la vida, comprimidos entre los que quieren que permanezcan como un museo viviente y los que quieren aculturizarlos, explotarlos, alcoholizarlos. Pueblos sin voz, sin recursos, pueblos sin salida en un mundo donde la diversidad, la biodiversidad es un cuento ineficaz que no sigue la lógica del mercado, el pensamiento unívoco del sistema. Comer y beber lo mismo, hablar igual, bailar y cantar las mismas canciones, ver los mismos telefilmes repetidos es el sueño de una razón enferma de seguridad. Porque, más tarde, cuando todo haya sido desacralizado, quién cantará a la Pachamama, la Madre Tierra, o a Wakantanka, el espíritu. ¿Quién?.

Y es que, desde el púlpito, el escenario, el trono, la grada, el micrófono se miente. Miente el imponente mapa mundi que ha gravitado sobre nuestras cabezas desde el parvulario hasta la licenciatura. Mapa que ha puesto a Europa en el centro –centro de la cultura ‘válida’– y ha inflado el ego del hemisferio norte –mercado capitalista–. Aunque a decir verdad, el mapa miente en sus dimensiones pero refleja una triste realidad, el sur no existe. América Latina está sola, patio trasero de una superpotencia donde la deuda externa se llama intereses encadenados a la perpétua dependencia económica, militar y tecnológica. Créditos para pagar vencimientos para sufragar rearmes de militares corruptos que dan, una y otra vez, el golpe. Dictaduras manejables desde asépticos despachos en el norte que hacen la vista gorda a las masacres indígenas, torturas de carácter político, explotaciones laborales y violaciones de los más mínimos derechos humanos. Al final son los mismos los que pagan el pato del desaguisado de unos pocos.

Sudamérica está sola pero África hace mucho tiempo que desapareció y nadie se ha dado cuenta. Ha quedado lejos de las vías comerciales y no es válida como mano de obra barata o siquiera esclava para los tiempos en que vivimos. Los precios de las exportaciones de materias primas caen en picado progresivamente gracias a las manipulaciones de un primer mundo, productos que sus amos coloniales tanto se empeñaron en producir aún a costa de los cultivos tradicionales que amortiguaban, al menos, el hambre en épocas de sequía, de escasez. Hambre que se ceba en la mayoría de los 40.000 niños menores de cinco años que mueren en el mundo de hambre. Hambre irracional, hambre sin justificación pues África paga el doble de intereses por la deuda de lo que recibe por ayudas. Hambre político que no quiere ceder ni un mísero 0,7 % de su producto nacional. Por eso, al otro lado de cada hamburguesa y de cada vaca que pastorea en la destrucción de la selva única tropical de Costa Rica o Guatemala, como de tantos otros sitios, hay un espectro de hambre y miseria que aboca al Tercer Mundo a un callejón sin salida.

Nadie consume en África, la progresión de los contaminados por sida es imparable. Un millón de muertos en la guerra de Sudán, genocidio en Ruanda, guerra civíl en Liberia, Suráfrica, Angola, Somalia. África, cuna de la humanidad y de la civilización, ahora es un desierto de hambrunas, masacres y migraciones. A este ritmo pronto desaparecerá del mapa.

India en cambio vive en otro mundo, no es un mundo de aquí ni de allí. Vive en el reflejo mortecino de lo que fue, y se mira en la esperanza ilusoria del Más Allá. Fragmentada en mil étnias, mil culturas, mil idiomas, lleva el peso del hambre, de las castas, de las religiones, de los tabúes ancestrales y de la enorme superpoblación. También hay hambre, y se mata a niñas indeseadas porque no toda familia puede pagar una dote digna para su casamiento.

Es por todo esto que el sur no existe porque después de la vergonzosa colonización que arrasó con todo, que trastocó todo, que puso leyes de otro mundo y trazó fronteras inexistentes existe demasiada culpa y es preferible el olvido ruin de las consecuencias dramáticas que todos estamos viendo. Pero es que,además, económicamente no interesa.

Por otro lado, la paz es una ficción, entre guerras civiles, movimientos independentistas, desacuerdos de fronteras, el mundo se desangra en 35 enfrentamientos armados y millones de muertos, desaparecidos, violados y huérfanos. Unos siembran arroz y trigo mientras otros siembran minas traicioneras (110 millones) que seguirán matando gente y arrancando piernas más allá del 2000.

Pero hay una bomba silenciosa e ilógica que mantiene en el mundo 5.500 millones de seres para enseguida matarlos de nuevo. Esta bomba demográfica que no se ajusta a los recursos necesarios, a las condiciones de crianza, cariño, educación e higiene es una bomba que estalla en el vientre de los niños y en los pulmones de los mineros, en el fanatismo de las ideologías y en las botas de los ejércitos. Sin embargo todavía hay sectores (iglesia católica) que cuestionan el aborto o los más sencillos y eficaces métodos anticonceptivos.

Ahora bien, los males no están fuera, ni los demonios son sólo sombras que recorren el jardín de fuera. Están dentro también. Y Europa (cuando ha emigrado –y conquistado– a todo el mundo sin ningún miramiento, sin pedir permiso), aunque cierre puertas, insolidaria e indiferente, a un mundo sin cuartel que se lanza en balsas a la deriva por un trozo de paraíso, por un trozo de pan, se encontrará con los mismos espectros que ha causado. El racismo, el sexismo, la intolerancia está en su misma sabia. El fracaso de la pacificación en Bosnia es el fracaso del proyecto federativo europeo, además de un fracaso en lo político y un gran cinismo en la no intervención ni en la búsqueda de soluciones rápidas y eficaces. Europa está perdiendo protagonismo y lo sabe, desorientada, lo sabe. Celebra con champán francés los 50 años del holocaustro de Hiroshima y Nagasaki con nuevas pruebas nucleares en el Pacífico –océano que tal vez tendría que cambiar de nombre.

El racismo es la negación de los mismos valores que defiende la cultura occidental democrática, pero ésta lleva su mano derecha manchada de sangre. No hubo democracia griega sin excluidos, ni Revolución Francesa que no dejara a las colonias en el olvido, como no hay bienestar, paz y riqueza en este mundo desarrollado sin un mundo exterior explotado mediante unas reglas injustas e insolidarias. El racismo, no el brutal de los skin heads, sino el que niega las mismas posibilidades al otro, es una descarada y sutil estrategia de dominación del otro, de los otros, estigmatizados como inferiores. Por eso el sexismo tiende la mano al racismo y la xenofobia porque pretende mantener una jerarquía de poderes irreal e ideológica por muy tradicional que sea. La declaración en la conferencia mundial de la mujer en Pekín ha sido muy pobre. Y es que todavía hay grandes fuerzas, como en antiguas épocas de moros y cristianos que les interesa que la mujer sea igual a procreación en manos de las necesidades del poder, así como mano de obra de reserva para las empresas y, como siempre, reposo dulce y compresivo del ‘guerrero’ que lleva en las venas el virus del éxito.

Las instituciones políticas internacionales juegan bien la diplomacia, el lenguaje de medias verdades, de la ambigüedad. La política internacional ha sabido jugar la táctica del doble rasero. La enorme China con su mercado de más de 1.200 millones de habitantes y su crecimiento económico sin parangón, a pesar de su sistema monolítico, de su ‘revolución cultural’, de su invasión del Tibet, de su hostigamiento a Taiwan, de sus presos políticos en la revolución estudiantil del 89 ha hecho que EEUU, salvo protestas, la considerara como nación más favorecida en el intercambio comercial. Por el contrario, Cuba, país caribeño chiquitito y salsero, es mantenida durante 30 años en un bloqueo numantino que a todos –a casi todos– da verdadera vergüenza.

Por momentos el mundo se vuelve paranoico. Es hábil crear enemigos en el exterior de fantásticos imperios en el frío, al otro lado del muro para rearmarse atómicamente hasta los dientes y justificar un mundo policial. Descargar helicópteros en la selva colombiana para cortar los cultivos de la coca, prohibirla, perseguirla cuando son los habitantes del propio país los mayores consumidores del globo y cuando sus mismos bancos blanquean el dinero sucio de la droga.

El largo etcétera del mundo es inacabable e innecesario describirlo. Los males del mundo son carencias del corazón, imposibilidades del alma. La espiral ciega del miedo y del deseo que todos tenemos es la mejor estrategia del poderoso que ve en el enfrentamiento permanente con todo su propia razón de ser. Si somos todos amigos qué carajo pintan los militares.

También es cierto, como decía Tagore que, leemos mal el mundo y luego nos sentimos engañados. Hay que leerlo bien, despacito, entre lineas, y no como nos lo presentan los poderosos. Aún así, Russell, con la experiencia de sus 97 años quizás acertaba en cuanto a la estupidez que manifestamos como seres humanos. Aún así, somos millones y millones los que estamos intentando despertar de este mal sueño.

Julián Peragón

 

 




Disecadoras de Memorias Tristes

 

Sobre cartulina negra sólo se colocan mariposas disecadas con finas agujas o fotos color sepia. Pero las memorias, sobre todo las más tristes, requieren burbujas de cristal grandes como peceras. Hay que colocar lo saben bien las disecadoras- un poquito de agua tibia en el fondo de la pecera impregnada de esencia de baúl viejo o sábana de lino de la abuela con ribetes de ganchillo. Con la humedad rancia y el vapor neblinoso se coloca algo insignificante pero de mucho valor sentimental, un anillo de comunión, una postal del lejano oriente o una foto rota de rabia.

Entonces hay que esperar. Con la luz ténue y delante de la pecera, con los ojos girados hacia abajo e izquierda lejos de los pensamientos que se situan arriba y a la derecha y sintiendo. Es preferible adoptar un tono gris y melancólico y si cuesta concentrarse bien chiquito en el latido desgarrado del corazón, coger una cebolla partida en una mano y Cien años de soledad en la otra. Aún así hay que esperar porque la memoria no es un saco oscuro y desordenado de recuerdos ni una puerta de ojo en cerradura por donde mirar a escondidas, más bien se parece a una caracola con recovecos y reverberaciones, voces de un mar mucho más grande que todos hemos oído alguna vez.

Recordar es un arte difícil, a decir de las disecadoras, y es preciso rodear al donante de memorias tristes y soplarle en la sotabarba vientos alisios, y contarle al oído cantos de sirenas o bien, buscarle las cosquillas. Todo ello para distraerle de esfuerzos innecesarios y soltar el alma tan férrea que la tenemos. Y justo en el momento preciso cuando los ojos están humedecidos y las manos frías de corazón ardiente ¡zas!, con la profesionalidad que sólo las disecadoras tienen, pescan uno, dos o tres recuerdos en el bravo mar que nos batalla por dentro y los analizan asépticamente. Este es un poco tonto, este demasiado gracioso, este sinsentido. Unos van a la papelera y otros los echan a volar. Sólo los más tristes con aire de Chopin o Satie, los más desesperados o los que no abrigan ninguna esperanza como Penélope son colocados dulcemente en la pecera de colores pálidos. Uno encima del otro, ligeramente sazonados como el mar o las lágrimas de donde proceden, forman sedimentos imperecederos que la historia o la arqueología sabrá apreciar en su momento. Se colocan entre capa y capa geológica de nuestro drama emocional un recuerdo de llantina de las que marcan época, y otro de mal de amores, y otro, si cabe, de pasión desenfrenada hasta hacer una masa compacta y gelatinosa en proceso de fermentación como los jabones de tropezones de los de antes.

Al final, las disecadoras le despertarán con arrullos y secarán las lágrimas que aún queden en la mejilla, sabedoras de que con el recuerdo hacemos un tráfico con lo eterno y después nada vuelve a ser lo mismo. Aunque hay que decir que, algunas especies de memorias, son verdaderamente falaces porque sólo recuerdan lo que quieren y como quieren, hasta lo más caprichoso, y nunca son fieles a sí mismas. En cambio el recuerdo, sobre todo si se hace delante de una pecera de colores pálidos, te lleva bien lejos, a rememorar las esencias verdaderas, a reencontrar el hueco perdido, a navegar por el río de la vida, el único que va de una orilla a otra.

Julián Peragón

 

 

 




Anatomía para el Movimiento: Entrevista a Blandine Calais

 

Desde 1980, Blandine Calais está enseñando Anatomía para el Movimiento en numerosos centros de formación de técnicas corporales (Uníversidad de Montpellier, Uníversidad de Estrashurgo, Federación de profesores de Yoga en Paris, etc.) Su pedagogía activa empieza a formarse en la escuela Montessori. Su formación de fisioterapia se complementa con diversos métodos de trabajo corporal Mezieres, Integración Postural).

De sus curos de formación sale a la luz en 1984 su primer libro «Anatomía para el Movimiento», escrito e ilustrado enteramente por ella. Se a convertido en manual de base para muchos estudiantes de medicina, fisioterapia, danza, educación física y diversas técnicas corporales. Ha escrito también un segundo libro «Anatomía para el

Movimiento. Base de ejercicios», publicado también en castellano.

La entrevista que publicamos a continuación fue hecha en uno de sus cursos de formación que realiza regularmente en una localidad de Girona.

Julián: Hemos visto que tus libros han llenado un hueco en el mundo de la Fisioterapia, Masaje y técnicas corporales, puesto que el estudio tradicional de la anatomía era un estudio del cuerpo muerto y estático, difícil de entrar en su estudio, por eso introducir la anatomía en el movimiento ha sido una revolución, ¿cómo llegaste a esta visión?

BLANDINE: Es una convergencia entre muchos aportes que he recibido y muchos encuentros; en los cursos que imparto hay un lado que yo llamo multisensorial, es decir, intento pasar de un modo de aproximación sensorial a otro, voy combinando, hoy por ejemplo, hemos estudiado las cuerdas bucales que es una región del cuerpo central, es una parte tan pequefia que si la queremos mirar en el tamaño real es demasiado compleja.

Hemos empezado a hacer unos ejercicios casi infantiles para construir una maqueta de la laringe; a veces, por ejemplo, propongo dibujar el cuerpo sobre una hoja grande y trabajamos a través del dibujo.

¡Estamos dibujando los huesos!; son muchas maneras distintas de entrar en el estudio de la anatomía, y no solamente el aporte del libro y la teoría.

Julián: ¿La idea es reconocer cuál es la visión que tenemos de nuestro cuerpo a través del dibujar y modelar?

BLANDINE: ¿Tú me preguntabas de donde venía esta manera de hacer? . Quizá viene de que de pequeña estaba acostumbrada a esto porque lo he estudiado en la Escuela Montessori. Todo lo que yo estudiaba se hacía a partir de manipulaciones concretas; para estudiar las fracciones hacemos pasteles, para estudiar el decámetro corríamos en el jardín, todo a partir de una base vivencial sensorial. Había hoy una noción muy compleja a comprender que no es solamente anatómica sino de funcionamiento; comprender cómo podemos optimizar algunos parámetros de la voz utilizando la respiración interna. Intento hacer pasar la teoría a través de experiencias múltiples para apoyar la teoría. La teoría viene después de los ejercicios prácticos, aunque algunas veces es al revés.

Julián: Consideramos de gran interés esta visión pero hemos echado en falta en los libros de anatomía para el movimiento una presentación del tema, alguna explicación acerca de esta visión.

BLANDINE: Es un libro de base, no es un libro para un nivel alto. El objetivo que yo me había fijado es llevar la anatomía casi hasta el público, ya que la información la he filtrado casi en una décima parte; podría ampliarlo a un segundo o tercer nivel con el mismo principio.

Entre la visión personal como terapeuta y la enseñanza que transmitimos, hay una gran pérdida de definición, es inevitable, a menos que se enseñe a una sóla persona. Cuando hacemos pasar cosas sutiles casi impalpables a veinte personas, a veces, tenemos que volver a repetir para su comprensión. A mi me gustaría escribir sobre descubrimientos que he hecho, quizá sería más fácil compartirlo a través de pequeños folletos.

Julián: Este trabajo en profundidad de anatomía, ¿cómo se desarrolla en el trabajo de formación?, ¿cuáles son las bases del trabajo?

BLANDINE: Hay unos programas, pero podemos construir miles de programas: el cuerpo somos nosotros mismos, no es como la geografía o la historia, es mucho más próximo a nosotros. Cuando alguien estudia la anatomía, si quiere dejarse sorprender, se da cuenta de que se está estudiando a si mismo. Yo creo que la medicina ha llegado a un callejón sin salida. Cuando yo era alumna fisioterapéuta, estudiábamos el cuerpo en el libro, no haciamos el trabajo de trasponer, de incorporar lo estudiado y eso, creo que es un trabajo que puede aportar un campo inmenso en el conocimiento de uno mismo. Intento trabajar siempre sobre cuatro niveles a la vez.

Un primer nivel de entrada que son los sentidos. Otro nivel que está más próximo a la teoría del razonamiento ejerce la capacidad de reflexionar sobre lo que cierta lógica que es totalmente diferente de los sentidos y a la vez complementaria; entre uno y otro hay un verdadero trabajo de definición, se aprende a abstraer a partir de la sensación y todavía hay otro nivel distinto de trabajo que es el estar a la escucha colectivamente. En cada curso se produce un momento: de golpe yo comprendo algo que no he comprendido hasta entonces; yo sé que no he hecho nada, yo lo comparto luego con el grupo, los otros estadios han preparado esto, es un conocimiento que va llegando a medida que se desarrolla el proceso, viene de la conjunción de la gente que está allí. A veces alguien dice una cosa realmente nueva que se va a apoyar sobre los dos pilares anteriores; el cuarto pilar es para mí el que genera los otros tres, es el trabajo que hago yo con otras personas, intento comprender el fundamento metafísico del cuerpo, o más bien, el cuerpo es el fundamento metafísico, pues las formas del cuerpo son arquetípicas. Es algo más profundo, es algo que puede darse en un momento dado, el encuentro con la forma, el mundo de la forma en el sentido metafísico, el equivalente del código genético.

Julián: Pero entonces, ¿habría alguna idea de ideal del cuerpo o modelo al cual hemos de llegar, o bien, cada uno es diferente?

BLANDINE: Sí,sí, cada uno es diferente. No es exactamente esto lo que yo quería decir, es más bien que cada forma es en ella misma un tema de meditación. Hay algunas civilizaciones que lo han transmitido, por ejemplo, los griegos lo han transmitido, han sido sensibles al hecho de que el cuerpo humano es el centro de las formas. Algunas voces en el curso uno enseña su pie o una pelvis en modelaje, cada uno puede decir cuál es la primera cosa que le hace pensar y, cuando reunimos todas estas informaciones tenemos un material muy interesante para comprender que esta forma no es casual y que en algún medida es un informador, algo que nos está informando, algo muy fuerte, muy potente.

En el curso, para mí, la anatomía del cuerpo humano no es el azar; este cuerpo maravilloso es el que nos nutre.

Julián: Volviendo un poco a la pregunta anterior, somos críticos a un buen número de técnicas que intentan forzar al cuerpo para llevarlo a un estado ideal. En este sentido, recuerdo las palabras sabias de un indio que decía que cada ser, cada árbol estaba en su centro de equilibrio con su peculiar disposición de hojas, y esta comprensión es importantísima.

BLANDINE: Es curioso ver, por ejemplo, en los medios de técnicas corporales que hay técnicas que enseñan a fondo a curvarse, lo que se llama la retroversión de la pelvis. Hay escuelas que no es correcto si no estamos muy muy curvados y, hay otras técnicas que es el otro extremo. He visto en cursos caminar todo el día con la pelvis en retroversión y el mentón entrado y la columna muy rigida, a costa de un ideal de cuerpo que se han inculcado y que de hecho es una quimera como la quimera de los griegos, una recomposición de lo que no es viable, que no es la verdadera vida; y no solamente en las técnicas de métodos corporales sino cuando se estudia la moda del vestir casi cada diez años el vestido invierte la curvatura lumbar.La tendencia actual es el unisex; estamos en una época que queremos representarnos como asexuados.

Julián: ¿Qué enfoque haces en tu trabajo?, si es un enfoque de pedagogía: aprender a escuchar lo que es el cuerpo, su propio equilibrio, 0 es una visión terepéutica que intenta ir hacia un modelo.

BLANDINE: En terapia hay estas dos corrientes. Hay corrientes más bien rectificativas que idealizan, siguiando un método de simetría, o siguiendo un principio de curvaciones que van a rehabilitar. Sin embargo hay otros métodos en los que lo que domina no es tanto la preocupación de rectificar una función sino más bien restituir el movimiento en profundidad. Por mi parte, pienso que los dos tienen interés ypeligros, yo he explorado muchas. Actualmente yo no hago terapia, no soy terapeuta. Soy formadora, por ejemplo, en el tema de la curvatura yo digo, atención con la lectura de esa curva porque te puedes equivocar, puede ser una lectura engañosa, la curvatura lumbar cambia en una mujer embarazada, o en una persona que tenga unas nalgas muy prominentes. No se debe intervenir de una manera rápida en una persona. He conocido demasiados profesores que han ido a corregir una curvatura, es decir, colocar, realinear, sin permitir a la persona apropiarse de una posición que puede ser nueva para ella a partir de sus propias sensaciones, casada con sus propias razones y con la visión que tiene del mundo. Finalmente,rectificar la curvatura de una persona, exagerando un poco, es tocar algo íntimo de su ser, no es cualquier cosa. Yo intento proponer vías no de corrección, sino para encontrar un nuevo movimiento que casaría, pondría juntos, una nueva concepción de su cuerpo y la posibilidad de apropiarse de sus sensaciones.

Julián: En terapia corporal hay el dilema de trabajar sobre el cuerpo, modificarlo pero después la mente modifica de nuevo el cuerpo. Tu estás hablando de darle tiempo al cuerpo a integrar su estructura psíquica en la vivencia corporal.

BLANDINE: Yo pienso que finalmente hay un punto que se tiene que respetar, que es lo único que tiene sentido y es la libertad de cada uno en definitiva. Podemos buscar nuevas aportaciones para conocerse mejor: cuanto más se conoce uno, mayor aporte de información en el aspecto sensorial, racional del arquetipo que tenemos, pero llega un momento en que nadie puede decirte lo que tienes que hacer; es muy importante dar a la gente los medios para que puedan escoger libremente. Encuentro que en muchas técnicas corporales no hay libertad.

Julián: Esa libertad es fundamental. A veces se critica al yoga porque el discurso postural no es demasiado respetuoso porque el yogui, a veces, desde su cultura elige una vía espiritual, o tiene un discurso energético ydeja en otro plano el tema postural. ¿Cómo vives el concepto de energía en el cuerpo?

BLANDINE: Se tendría que definir la palabra energía. Lo que me choca es que en muchos lugares donde se habla de energía corporal justamente no cubre la misma realidad. Hay gente que habla de energía cuando está en un «tono» en que se sienten bien, se trata de una síntesis de las sensaciones corporales que le causan bienestar; a eso, ellos le llaman energía. Cuando hablamos de energía necesito saber en qué registro nos situamos, por lo menos en relación a qué experiencias. Yo siento mucha energía, hoy hemos cantado y masajeado a fondo el sistema endocrino, la gente estaba como dopada, yo no llamo a esto energía, es endocrino con modificación del estado de los tejidos. La palabra energía me molesta porque encuentro que recubre experiencias demasiado diversas.

Julián: El trabajo que explicabas me hace pensar como en la asociación libre del psicoanálisis que es expresar y recobrar el sentido que para uno puede tener una parte del cuerpo.

BLANDINE: Es la misma familia de trabajo. En varios campos utilizamos esta pista también, utilizamos pistas racionales y pistas irracionales y a la vez los aportes se reagrupan. En el primer curso yo comentaba con la gente que era como si hablara de algo espiritual, tenía como un fondo; para mí, el cuerpo es un lugar de encarnación, es ponerse en contacto con la forma de que estamos hechos; el aspecto de encontrar el aplomo, de sensibilizarse, de enseñar nuevas técnicas, pero va mucho más lejos que esto: se trata de descubrir que en realidad no hay ni una sóla célula de nuestro cuerpo que no esté destinada a espiritualizarse manteniéndose materia.

Entrevista realizada en colaboración con Xavier Coll

Julián Peragón

 

Libro: Anatomía para el movimiento. Volumen I. Blandine Calais. Editorial Liebre de Marzo

 

 




Método Grinberg: Entrevista a Tal Ilan

 

Avi Grinberg nació en Israel en 1955. Ha ejercido actividades asociadas con las terapias de contacto, respiración y relajación profunda, como la reflexología, do-In, técnica metamórfica, masaje de drenaje linfático, masaje de tejido profundo, masaje sueco, micromasaje chino, masaje biodinámico, hatha yoga, visualización y técnicas de respiración. En 1985 fundó el Centro de Estudios Alternativos en Haifa, Israel donde se enseña y practica el Método Grinberg. Reflexología Holística es suprimer libro (editado en castellano por Ed. Bellatera) y un segundo Análisis de los pies que se publicará próximamente.

Conciencia Sin Fronteras ha entrevistado a Tal Ilan, qué lleva 6 años practicando y enseñando el método por varios paises. Ahora se encuentra impartiendo un curso en Barcelona.

Julián Peragón: Es interesante el enfoque del método al no intentar crear una dependencia sanador paciente, pero ¿no es muy difícil este papel, el de devolver la propia responsabilidad a cada individuo sobre su enfermedad? y, ¿no es proceso muy largo y complicado?.

TAL: No es sencillo porque la gente no suele pensar lo que significa tomar una responsabilidad sobre su propia enfermedad. Nosotros intentamos educar a cada persona y dar herramientas prácticas pero el proceso de aprendizaje es variable según cada persona.

Julián: Si el Método Grinherg no intenta ser una terapia sino un método educativo para que cada uno encuentre sus propios poderes internos, ¿cuáles son las bases de esta educación? y, ¿qué importancia tiene el cuerpo en este aprendizaje?.

TAL: Hoy en día enseñar a la cabeza y al entendimiento se vuelve muy complicado; como personas occidentales estamos llenos de preguntas e ideas buenas que no sabemos qué hacer con ellas. Si intentamos saber dónde realmente somos, lo aprendemos en el cuerpo porque todo está en el cuerpo. Así el conocimiento de cómo crearme a mí misma está en el cuerpo. Si soy una persona muy rígida, como personalidad, eso está en el cuerpo; está en mi forma de respirar, cómo estiro mis hombros, en la forma como contraigo mi vientre,…entonces es el conocimiento de mi cuerpo que sabe cómo hacerme rígido. También ahí está el conocimiento de cómo no ser rígido. El proceso sucede en el cuerpo. Por ejemplo si intento relajar mi cuerpo con el control mental no lo consigo y es probable que agregue más tensión; si la tensión está en el músculo, también la capacidad de relajación está en el mismo músculo. También hay muchas técnicas de respiración, y se te dice que deberías primero respirar en el vientre o en el pecho y, empiezas a respirar de acuerdo al plan de otra persona o técnica, pero tu cuerpo sabe cómo respirar básicamente. No obstante, con el tiempo se olvida esa capacidad de respirar natural; por eso nosotros intentamos favorecer que el cuerpo respire tanto como necesite para crear libertad y tener todas las posibilidades de respiración.

Julián: Grinherg habla fundamentalmente de equilibrar la energía vital. ¿En qué punto del proceso saludenfermedad interviene el método Grinherg y con qué criterios?.

TAL: La escala en toda esta área es muy amplia y la distinción entre salud y enfermedad es lo que tú escoges. Yo diría que el método interviene cuando la persona decide que lo que está sintiendo es una enfermedad. Se trata de la actitud de la persona. Ante la demanda de ésta, nosotros decimos: estas son nuestras herramientas y las puedes usar.

Julián: Parece que nuestra cultura occidental entiende la enfermedad como algo malo, algo que hay que combatir, frenar, ocultar o extirpar. Nos dice la publicidad que al primer síntoma tomemos esto o aquello. Sin embargo el síntoma es todo un lenguaje corporal, parte de un proceso de equilibrio mucho más complejo que hay que respetar. El método habla también de combatir la enfermedad y de conseguir el equilibrio de todo el ser.

TAL: Yo lo pondría en otras palabras. Porque para personas que nunca han luchado por nada es muy sano que empiecen a luchar por algo, y en este sentido diría que los síntomas o las enfermedades sirven para enseñar algo, a veces vienen a enseñarte a luchar y otras veces te enseñan a dejar de luchar. En este sentido no tenemos ideas preconcebidas, pero por supuesto respetamos los síntomas y los consideramos como algo que no debería cortarse nunca porque por debajo de ello hay algo que la persona debe aprender; a menudo utilizo la imagen de un tiburón y vemos el síntoma como si fuera la aleta de un tiburón, la aleta del tiburón nos muestra donde está el tiburón pero no es la parte peligrosa porque la boca está por debajo y no la vemos y si corto la aleta no puedo ver donde está el tiburón y entonces se queda herido y todavía más enfadado.

Julián: …pero sigue habiendo, por lo que yo leo y escucho del método, una identificación entre el síntoma y el tiburón o el síntoma como algo a combatir.

TAL: Una víctima tiene una o dos posibilidades cuando algo funciona mal: reacciono automáticamente, o me desespero, o estoy feliz, o peleo, o le doy la espalda y digo que no está sucediendo… y yo no diría que una de estas actitudes sea correcta, la pregunta es, ¿cuántas diferentes posibilidades tengo?; porque un guerrero tiene muchas, hay una condición que se presenta y puedo tratarlo de muchas maneras, no reacciono de forma automática y todas estas posibilidades están en el cuerpo.

Julián: Entonces, lo que yo empiezo a entender es que utilizais el concepto guerrero de otra manera, como una persona que está atenta a sí misma.

TAL: Sí, es más similar a esto, un guerrero real puede abandonar una pelea para actuar mejor, no está luchando continuamente. Ahora estamos cambiando el concepto del taller «la víctima se convierte en guerrero» porque la gente occidental tiene la tendencia a coger la palabra guerrero como un luchador; lo hemos cambiado por víctima y aventurero porque vemos la vida como una aventura y no buscamos un lugar seguro donde vivir, sino que buscamos la forma de vivir la vida tal como es.

Julián: En cuanto a la relación íntima entre la persona que enseña el método y la persona que lo recibe ¿qué importancia tiene el silencio?.

TAL: El silencio permite que realmente sucedan las cosas y permite un gran nivel de atención; permite que sucedan otras cosas y no sólo palabras. En una sesión cuando están las dos personas en la habitación el trabajo sucede para ambas personas, el practicante también recibe el trabajo igual que el otro; diría que el silencio lo amplifica todo, permite que sucedan las cosas a diferentes niveles.

Julián: Parece que Avi Grimberg hizo una síntesis entre técnicas orientales y occidentales, desde el masaje al yoga. Mi pregunta es si, esta síntesis está acabada, es completa o está habiendo una elaboración constante.

TAL: No sé si síntesis sería la palabra más correcta para utilizar porque puede parecer una síntesis, porque utilizamos diferentes herramientas y conceptos que puedes encontrar en filosofías y técnicas orientales y occidentales. No es una mezcla de diferentes ideas, pero para poderlo aplicar y hacer que sea un trabajo tangible buscamos las máximas herramientas posibles, en este sentido sí que encuentra similaridades entre yoga y otras cosas, pero el propósito de alguna forma es diferente, la forma en que está creado o construido. El método está en desarrollo constante nunca se detiene y no busca alcanzar ninguna cima porque forma parte del método cambiar.

Julián: Hay varios trabajos dentro del Método Grimberg. ¿Cuáles son las bases de la reflexología holística, y cómo percibe esta técnica el el desequilibrio energético?.

TAL: Podría decir que la reflexología holística es como una miniatura del Método Grimberg porque toma una parte pequeña pero aplica todos los conceptos y reglas. Dentro de la Reflexología Holística está la parte de diagnosis; el concepto de enseñar y no sanar; las diferentes técnicas que como practicante tienes que utilizar para una persona ese día; y la forma de realmente seguir un proceso y saber donde está la persona, porque no se trata de una técnica que se trata de una manera exacta, cada vez tienes que mirar a la persona, ver que le ha pasado y escoger lo que tienes que hacer hoy para apoyarle hacia donde va.

Julián: ¿Cómo puedes ver los fenómenos físicos y su historia personal en los pies?.

TAL: En los pies hay diferentes señales, el lenguaje del análisis de los pies toma en consideración las diferentes señales, no sólo parece que esto está mal y aquello también. En los pies se ven todas las historias incompletas.

Julián: ¿Es diferente a la reflexoterapia podal que hace una analogía entre tal punto del pie y tal órgano?

TAL: En muchas formas sí. Básicamente también decimos nosotros que los pies muestran a toda la persona, pero no nos referimos tanto a los órganos sino que miramos la imagen completa de la persona a todos los niveles, nos referimos más al tipo de energía que tenga la zona y no tanto al órgano. Si viniera una persona diciendo que tiene un problema en el hígado no trabajaríamos automáticamente en la zona del hígado, miraríamos los pies y podríamos encontrar que el desequilibrio real no está en el higado sino en otra parte que le está afectando. Es una visión global.

Julián: Muy interesante esta visión a través de los pies. En occidente olvidamos los pies, son algo encerrado siempre en zapatos, doloridos, etc, sin embargo en oriente hay una valoración que creo yo debemos recuperar.

TAL: Para nosotros es una ventaja porque las personas lo que puede esconder hablando o con los ojos, no lo puede esconder con los pies.

Julián: ¿Hay un orden creciente en el aprendizaje, en los cursos del Método Grinberg? ¿Cualquier persona puede acceder a ellos? 

TAL: Las personas deben de estar básicamente sanas, porque hay algunas cosas que llamamos contraindicaciones para este trabajo. Las personas con estas contraindicaciones no pueden estudiar ya que como estudiantes reciben el mismo trabajo. Pero los estudiantes no necesitan ningún conocimiento anterior, sólo necesitan tener ciertas cualidades que es difícil comprobar antes.

Julián Peragón

 

 




Las raíces del racismo

 

Parece que, hay en día, el árbol del racismo está sano y creciendo desmesuradamente. Sus frutos, esos brotes de racismo, agrios y repudiables por todos no explican y acotan el fenómeno amplio del racismo. Las raíces de éste se extienden por todo el suelo invisible de una sociedad discriminadora que expía sus culpas condenando los actos más extremos y violentos de este racismo y esta xenofobia que parece no tener fin, pero sin cuestionar su propia base ideológica.

 

¿Qué entendemos por racismo?

Es curioso observar la confusión que tenemos a la hora de utilizar el término racismo. Pues bajo el común denominador de racismo se han colado toda una serie de actitudes y comportamientos que, si bien, son discriminatorios y van en contra de la igualdad, estrictamente no pueden llamarse racistas.

Tendríamos que hablar primeramente de etnocentrismo. Toda forma de etnocentrismo se compone, por una parte, de una valoración positiva, en la que la persona idealiza al grupo y admira las realizaciones de éste, y por otra, de una referencia contrapuesta frente a los grupos exteriores. Según ciertas teorías psicoanalíticas, lo que se busca en primer lugar es la mejora de la imagen de símismo, mediante la proyección sobre los grupos de afuera de «culpabilidad» y deseos inconscientes compartidos dentro del grupo. Los grupos de afuera son interpretados a través del modelo de pensamiento del propio grupo, es decir, «lo nuestro es mejor que lo vuestro».

La xenofobia comportaría añadir al etnocentrismo un comportamiento excluyente y de preservación de la propia identidad e intereses, en base a la conservación de un espacio social sin la presencia de individuos provenientes de otros pueblos o culturas. Así la xenofobia incorpora un elemento de generalización en la exclusión de todo individuo del espacio social preservado si éste no es un miembro nativo. Todo individuo «foráneo» es rechazado de la estructura social por el hecho de serlo, independientemente de su condición personal.

En cambio, el racismo va mucho más allá. Según Albert Memmi, «es la valoración generalizada y definitiva, de diferencias biológicas, reales o imaginadas, en beneficio del acusador y en detrimento de la víctima, a fin de justificar sus privilegios y su agresión». Para LéviStrauss el racismo es una ideología precisa en la que se cree que hay una correlación entre el patrimonio genético y las capacidades intelectuales o disposiciones morales; que todos los miembros de una raza poseen esas cualidades; que hay razas superiores e inferiores, y que aquéllas más privilegiadas están «autorizadas» a dominar, explotar o destruir a las «inferiores» si es necesario.

Así pues, el etnocentrismo y la xenofobia son matrices culturales que favorecen la aparición del racismo en una sociedad concreta, pero si bien son condiciones necesarias, no son suficientes. Para que el racismo tome su verdadera dimensión, será preciso la aparición del componente ideológico de legitimación de la dominación en base a los caracteres propios y permanentes del otro.

 

Sapiens-sapiens

Ahora bien, el concepto raza también plantea problemas. No es fácil distinguir una raza de otra pues toda la Humanidad proviene de un mismo tronco común, es sapienssapiens. Los mismos científicos aseguran que el componente genético es el mismo y que las diferencias sólo existen en el fenótipo, los caracteres externos . Desde esta visión científica no existen las razas y no hay estudios serios que indiquen que biológicamente las denominadas razas tengan mayores o menores aptitudes psíquicas, de inteligencia, morales o de cualquier tipo.

Sin embargo, aunque la Unesco ha criticado insistentemente la utilización del concepto raza, y desde el ámbito intelectual y humanista se ha desestimado toda legitimación basada en criterios de raza sigue estando en auge el racismo. ¿Por qué ha fracasado la «razón científica ?, y ¿por qué nos sentimos tan impotentes ante esta marea racista?.

 

El racismo es una ideologia de la dominación

Es evidente que a un nivel sociocultural existen las razas, existen las diferencias entre los humanos porque son evidentes en el color de la piel, en el cabello, en la constitución física, en los gestos y en las formas. Pero el racismo, tal como lo percibimos en las sociedades occidentales, es la más acabada y desarrollada ideología de la dominación. Juan Aranzadi en un interesante artfculo sobre Racismo y Piedad insiste en que «el racísmo es una doctrina, una teoria, una ideología no una actitud, un sentimiento o una conducta. Aunque estos últimos sean de distancia, desprecio, exclusión e incluso rechazo, sólo merecen el calificativo de racistas, cuando van acompañados y se racionalizan, justifican y fundamentan en una idealogia racista individualmente aceptada y formulada como tal, y/o colectivamente sancionada por la ley, norma o costumbre grupal». Además, Aranzadi hace una diferenciación entre el racismo popular y el científico. El racismo popular basado en la sensibilidad y percepción empírica coge las características físicas palpables y las eleva a su definición de raza. Este racismo conserva su sensibilidad y no está lejos de la piedad que nos define como humanos, mientras que el racismo científico se basa en el patrimonio genético que está oculto y es imperceptible a los sentidos. Los judíos alemanes no se distinguían de sus compatriotas alemanes, pero el nazismo provocó un genocidio al elegir el patrimonio genético como determinante racial. Los judíos fueron descubiertos no por su idioma, vestimenta o aspecto físico, sino por sus apellidos, sus hogares de origen o por delatores. Hemos de entender que los nazis no eran especialmente personas malvadas o trastocadas; eran en su mayoría obedientes ciudadanos y padres de familia que escuchaban a sus científicos, filósofos, médicos y políticos. Se limitaron a cumplir órdenes para «limpiar» la sociedad y depurar la «superior» raza aria. Los verdugos no se enfrentaron a todo el sufrimiento que se generó. No tuvieron que superar la natural piedad ante el sufrimiento del otro porque las razones ideológicas, la racionalidad económica y tecnológica y la asepsia del genocidio, de las cámaras de gas, habían cambiado la faz humana del judío. Estos ya no eran semejantes, ya no eran humanos, eran inferiores y por el bien de la humanidad estaba justificado el genocidio.

Aquí es donde radica el racismo, hacer ver a los semejantes como otros diferentes para romper el sentimiento de empatía, hospitalidad, piedad, curiosidad o amor que sentimos por los otros. Y es aquf donde hay que insistir y recordar, que «el racismo nos dice otra vez Aranzadi, el nazismo y el totalitarismo en general no constituyen milagrosas caídas de la humanidad en la irracionalidad sino que son fenómenos genuinamente modernos, enfermedades de nuestra civilización, posibilidades abiertas por la racionalidad científica, burocrática y técnica de nuestras sociedades, la cara oscura del progreso, la némesis de la modernidad».

 

Orígenes de la mentalidad racista

Hemos distinguido hasta aquí lo que es racismo de lo que son otras formas de discriminación y hemos subrayado las diferencias entre un racismo científico y otro popular. Sin embargo, el fenómeno del racismo no ha nacido ayer o anteayer, los orígenes de esta mentalidad racista se remontan a la base de nuestra propia cultura.

Para Christian Delacampagne en su obra «Racismo y Occiente», nos dice que Occidente falto de un mito de los orígenes sólido, unificado y coherente que explique su personalidad colectiva en base a unas esencias y unas raices homogéneas, inventará en cada momento histórico diferentes formas de predestinación a la más alta condición humana, que comportarán, de vuelta, la reducción a la inferioridad a las culturas y pueblos milenarios de su «perifería».

En los orígenes de la cultura grecolatina se delimita al bárbaro y se legitima el esclavismo, así como la exclusión total de la mujer en el rol activo de la sociedad. Estas primeras formas de mentalidad racista se acompañan de la cristalización del mito de la autoengendración del pueblo griego sin la intervención e influencia de ninguna cultura anterior. Esta autoengendración es concebida como de origen masculino, hecho que situará en un mismo tronco común las primeras construcciones racistas de la alteridad y las primeras formas de legitimación mítica de la discriminación sexista. A partir de ahora, racismo y sexismo irán de la mano.

En la Edad Media, la mentalidad racista encontrará su apoyo fundamental en la religión. La pertenencia a la cristiandad será un indicativo de estar en la religión «verdadera» y de ser el pueblo «elegido». Aparecerá el concepto de pagano y el de infiel El cristianismo legitimará la necesidad de sumisión y conversión de los otros pueblos paganos y otras religiones infieles. Habrá cruzadas e inquisiciones. El musulmán será el Infiel; la mujer el cuerpo del pecado, la concubina del diablo que hay que exorcizar o controlar.

En el Renacimiento, con la expansión del mundo occidental y el descubrimiento del Nuevo Mundo quedará firmemente sellada la mentalidad occidental racista. El encuentro con el denominado salvaje será crucial para afirmar la «superioridad» ética y tecnológica del hombre blanco y hacer una labor «civilizadora» y la misión «salvadora de almas».

El continente americano será un buen laboratorio para establecer la doctrina racista. El tráfico de esclavos negros, las encomiendas de indios, las plantaciones y minas en base de esclavitud crearán la base de una sociedad fuertemenre clasista y racista. Entonces las evidentes diferencias religiosas y de costumbres y del color de la piel sellarán la permanencia de unos caracteres físicos sobre los que justificar la discriminación. «Eres negro, eres indio, eres mestizo, eres, por tanto, inferior, eres menor de edad, nos perteneces, necesitas de nuestra protección, te daremos un trabajo de esclavitud de por vida y tendrás que adorar a nuestro Dios. Tal es nuestra misión».

Más adelante, con la revolución industrial y la plena expansión colonial aparecerá en el siglo XIX una ola racionalista y científica con algunos precedentes en el movimiento de la Ilustración francesa que querrá atribuir fundamentos biológicos a las diferencias étnicas y culturales entre los pueblos y, en el contexto general del evolucionismo, defenderá la base genética de las diferencias entre razas superiores e inferiores, proponiendo como modelo el desarrollo tecnológico.

 

El hombre blanco será el único actor de la Historia

Así pues, el racismo como ideología de la dominación servirá para legitimar la servidumbre del dominado en función de unas características propias irreductibles y permanentes, y no en función de una relación de opresión respecto del dominador, que sería más incómodo y siempre cuestionable si los factores de esa dominación cambian. Por eso el hombre blano será el sujeto y el actor de la Historia, mientras que el dominado será objeto pasivo, estigmatizado de por vida, sin ningún proyecto colectivo; sólo servirá como elemento de conversión, de explotación o de eliminación si no interesa a los planes de la raza «superior».

Ahora bien, cuando este «equilibrio» de fuerzas se altera, cuando el dominado reclama la justicía y la igualdad, cuando el grupo discriminado compite por los mismos recursos o puestos de trabajos que parte del grupo dominador, entonces aparece con más fuerza la doctrina y la ideología racista. Por eso observamos ahora en Europa y Norteamérica con una cierta crisis económica, con un elevado porcentaje de población en paro y con una fuerte oleada de inmigración de otros países de la perifería, que se acentúan los brotes racistas y los partidos de derechas que acogen estas ideologías xenófobas.

 

Colonialismo e inmigración

Como un boumerang el mundo desarrollado parece «sufrir» sus propias contradicciones. Con el colonialismo y el neocolonialismo se importó y se impuso al Tercer Mundo un modelo de desarrollo propio de la cultura occidental, un modelo de expropiación, de sobreproducción intensiva. Y como resultado estos países entraron en el subdesarrollo, en la regresión económica, en la pauperización de la sociedad y también en guerras intestinas.

Por no hablar de aculturación, hambrunas, migraciones numerosas, desestructuración de la base de vida tradicional, etcétera. Ahora, lógicamente Europa y Norteamérica sufren una presión inmigratoria de millones de personas que huyen de sus países y buscan en el «paraíso» europeo un bienestar y un posible desarrollo económico. Europa reacciona contradictoriamente.

El anterior informe (1991) de la Comisión Europea para el estudio de las políticas de inmigración e integración social de inmigrantes en la Comunidad Europea prevé, a partir del 1 de Enero de este año ,1993, que aproximadamente 10 millones de nocomunitarios (básicamente del Este de Europa y Norte de Africa) se desplazarán a la Comunidad. Esto implica una grave contradicción. Por un lado, la voluntad política de reducir drásticamente la inmigración con fuertes medidas de control fronterizo, visados, etc., pero también con disminución de ayudas sociales, construcción de viviendas, dificultad de conseguir la residencia o contratos laborales legales. Pero, por otro lado, hay una actitud empresarial que se beneficia pues consigue mano de obra barata sin ningún tipo de presión sindical. No obstante, esta «contradicción» le va bien al sistema pues se abaratan los costes, se mueve la economía y los peores trabajos que nadie quiere van a parar a manos de los inmigrados.

 

Factores que legitiman las actitudes xenófobas y racistas

Con todo, hay algo que corre de boca en boca en nuestras sociedades que legitiman las actitudes racistas, es el miedo. Así el inmigrante sería acusado de quedarse con el trabajo que «pertenece» al autóctono sobre todo cuando hay una percepción de la crisis económica. También hay otro miedo, cuando las estadísticas plantean alarmadas que el índice de natalidad es bajo y que se va a envejecer la población, aparece el temor de que la población estancada se vaya substituyendo por población inmigrada. Miedo a que cambien las formas sociales, el mapa tradicional de relaciones e intercambios. Ante esto, nuestras sociedades se estancan y se vuelven impermeables.

Alain Touraine indica que «nuestras sociedades hoy carecen de objetivos y, en consecuencia, carecen también de capacidad de integración, lo cual supone que cada uno mira sólo por si mismo, que se preocupa únicamente de su identidad de sus diferencias con respecto a los demás. Y así agigantan las barreras y se agravan las reacciones de rechazo». Lo cierto es que hay una percepción de crisis y el inmigrado, el que es diferente, el de otra raza, en definitiva, el extranjero se convierte en un chivo expiatorio y en una válvula de escape de los propios conflictos nacionales.

 

Buscando salidas

Es preciso insistir que, a pesar de la descalificación científica del racismo de base biológica, encontramos un racismo popular que se basa en las características físicas y palpables de los que son considerados diferentes.

Este racismo, que va en aumento, es fruto de nuestra civilización moderna y de nuestra racionalidad científica y lo terrible es que no sabemos a dónde nos va a llevar.

Una mirada histórica nos ayuda a comprender esta mentalidad racista que se ha ido gestando a través de la conceptualización del bárbaro, el infiel, el salvaje o el extranjero. Fue el componente colonial quien realmente avivó la llama del racismo como ideología de dominación, y ahora cuando el mundo occidental está en crisis y después de colonizar todo el mundo y expropiar las tierras de los nativos, ahora, no aceptamos unos cuantos millones de personas inmigradas en nuestra latitudes.

Parece que el mestizaje es un proceso natural imparable, al igual que la presión que ejercerá el Tercer Mundo sobre el reducto de los países desarrollados. Mientras no se tomen medidas para que no exista desigualdad entre los países y no se tomen medidas reales de «reparación» del expolio hecho por los países ricos, no habrá un equilibrio estable.

Nos encontramos con un Occidente en crisis y conservador, protegiendo lo poco que le queda y en decadencia. Es probable que en pocos años ya no exista un único polo de desarrollo y que el eje de dinamismo y progreso nuevo se desplace a otros países orientales o americanos. Esperemos, no obstante, que el mundo sea un espacio multicultural y multirracial, donde cada pueblo tenga su espacio de crecimiento y entre todos un espacio de encuentro.

Creemos que todos los que hemos tomado conciencia de la gravedad del momento estamos buscando salidas a esta encrucijada. Julia Kristeva, en «Extranjeros para nosotros mismos», se hace una pregunta fundamental: ¿será posible la convivencia multirracial en la Europa del siglo XXI.?. Kristeva sustenta en el psicoanálisis la posibilidad de una comprensión ética del conflicto: «la lección del extranjero es que todos lo somos, no sólo ante los foráneos, sino ante los más próximos y sobre todo ante nosotros mismos. Frente a los neuróticos de la identidad que quieren a toda costa recuperarla, reivindicarla, defenderla ante el forastero, se trata de comprender que nunca somos idénticos ni a los otros de nuestro grupo ni al estereotipo amañado colectiva o individualmente que nos proponemos encarnar». La sabiduría de Kristeva nos sigue diciendo que: «el derecho del otro a su extranjería nos devuelve la libertad de la nuestra, y con ella la posibilidad de disentir del agobio de la tradición o de la cárcel de lo corriente. Podemos así volver a reapropiarnos del pasado o innovar hacia lo aún intacto, para crearnos otros gestos, otros hábitos. Todos provenimos igual de tierra ignota y seguimos ligados por mil lazos enigmáticos a nuestra patría inconsciente . Es preciso una vez más decir en voz alta que el otro y su diferencia, lejos de ponernos en peligro, nos puede llevar a un mundo de mayor riqueza y descubrir más matices y nuevas formas de ser. Todos esperamos que el racismo no tenga ninguna posibilidad pues es la negación de toda humanidad.

Julián Peragón