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Publicitar nuestras clases se hace necesario, al menos, al inicio de nuestro proceso como profesor/a de Yoga. Más adelante el boca a boca tiende a ser más efectivo porque introduce un elemento de confianza, pero aún así, la publicidad es una forma de decir sigo activo, las clases están abiertas, puedes apuntarte.
Seguramente no nos bastará con un sólo soporte publicitario. Hoy en día necesitamos de cartel, del folleto pero sobretodo de la página web y de las redes sociales.
Sea cual sea el soporte elegido, el mensaje tiene que ser CLARO y COHERENTE con lo que verdaderamente ofrecemos.
De entrada lo que buscamos es CAPTAR LA ATENCIÓN. Quizá una imagen, un título, un eslogan, etc que dé una idea clara, después ya buscará más información en web, teléfono o en el mismo centro.
Está demostrado que, a menos que haya mucho interés por la persona, la atención que le dedicamos a la publicidad es de escasos segundos. Por tanto nos jugamos en un solo vistazo la atención de nuestro futuro alumno.
El folleto, el cartel o la web tienen que transmitir una sensación de «algo» cuidado, que no sea caótico ni deslavazado. por supuesto, faltas de ortografía podrían tirar por tierra la intención de continuar de la persona.
Demasiados tipos de letras, o quizá, un sólo tipo puede dar una imagen de complejidad o de excesiva simplicidad. Cuidado con los colores chillones, o con las imágenes demasiado manidas, aquellas que prometen una felicidad de anuncio televisivo. Los tipos de letra tienen personalidad, lo saben muy bien los publicistas. Tipos de letras muy serios o muy fantasiosos dan una imagen equivocada. También el tamaño importa. Letras muy grandes parecen chillar, o muy pequeñas, generar distancia.
Sin embargo, lo importante es la que información relevante esté clara. Centro, dirección, teléfono, web, horarios, precios y cómo llegar, son las informaciones que uno precisa para saber si le interesa.
Si ofrecemos demasiadas actividades también puede generar un cierto caos y desorientación. Podemos «morir» por poner muchos horarios que no podemos sostener o por demasiado pocos.
Hay que distinguir entre información que no caduca, que es estable a lo largo del tiempo, de aquella que es puntual y que se refiere a actividades, talleres o cursos concretos. No hay que mezclarlos.
Si en nuestros boletos ponemos la imagen de un hombre o mujer jóvenes, atléticos, guapos y muy flexibles podemos distorsionar lo que realmente queremos proponer y dar una imagen de impotentización a la persona común que busca un espacio de Yoga para estirarse o poco y para relajarse.
La mejor información es la que se da de forma presencial, incluso la que se percibe en una clase prueba. Por ello, lo mejor es acercar a los futuros alumnos a una práctica para que sepan en vivo lo que les podemos ofrecer.
Por Julián Peragón
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