Kin-hin. Meditación caminando

El lento caminar budista

La técnica budista llamada kinhin, que literalmente significa caminar en fila india, se practica entre las sesiones de meditación sentada, zazen, tal como enseñó el maestro Dogen, que lo aprendió de su maestro chino Ju-Ching.

Ofrece una manera de refrescar la mente y el cuerpo sin interrumpir el sosiego de la práctica sentada. Así, por ejemplo, se permanece quieto durante 40 a 60 minutos y se hace kinhin durante diez para volver a sentarse luego. Se dice que el propio Buda caminaba lentamente por los bosques con la mente en blanco después de meditar sentado.

El kinhin, dentro del ritual de meditación budista, es una transición hacia el mantenimiento de una actitud meditativa en cualquier actividad de la vida: se puede meditar mientras se cocina, se limpia la casa o se conduce. En todos los casos, se trata de «ser uno» con lo que se está haciendo, sin interferencias.

En el kinhin, se camina liberado de ataduras mentales, se anda con el aire, con el suelo y con el mundo.

 

Por Daniela Baum

 




Oración gestual

1

PUNTO DE PARTIDA

espiración

Jñana mudra
Gesto de la conciencia

2

INOCENCIA

Parto desde mi corazón,
de mi deseo de caminar
y mi anhelo de crecimiento

 inspiración

Shank mudra
Interiorización

3

APERTURA

Me abro hacia el mundo,
más allá de mis pequeños límites,
con total confianza

 espiración

Brazos extendidos
y manos hacia arriba

Apertura

4

TRASCENDENCIA

Conecto con lo más alto,
con mis verdaderas raíces,
donde está mi cielo espiritual

inspiración


Uttarabodhi mudra
mudra de la gran iluminación

5

INTEGRACIÓN

A través de mi eje vital,
integro lo espiritual en mi cuerpo,
vuelvo a la fuente de la energía

 espiración

Shivalinga
Integración y fuerza

6

CORAJE

En mi vientre y mi respiración,
dominando mis miedos,
reconozco mi poder personal

inspiración

Ganesha mudra
Superar los obstáculos

7

ENTREGA

Hago una ofrenda a lo divino,
sacrifico mi falso yo
para reencontrarme e Mí mismo

espiración

Mudra del Loto
pureza y sabiduría

8

ILUMINACIÓN

Con desapego y ecuanimidad,
mantengo una visión penetrante,
me abro a la comprensión

Dedos tocando el entrecejo

9

PAZ

Busco el camino de la serenidad,
hacia la paz interna
para disolver todo conflicto

espiración

Shanti mudra
Paz

10

AMOR

Abrazo al Todo,
en total interdependencia,
pues Yo soy lo inabarcable

inspiración

Gesto del abrazo al árbol

11

HUMILDAD

Me pliego en señal de fe,
mi corazón es un cruce de caminos,
con amor todo se transforma

espiración

Cruzando los brazos en el pecho

12

FUERZA

Utilizo la fuerza sin esfuerzo …

inspiración

Torsión a la derecha

13

ACCIÓN

… para que mi acción sea esencial,
simple y meditada

espiración

Abhaya mudra
Gesto de protección

14

ESCUCHA

De la escucha profunda de lo real …

inspiración

(Torsión a la izquierda)

15

SENSIBILIDAD

… para cuidar la misma vida

espiración

Varada mudra
mudra de la misericordia

16

CONEXIÓN

Vuelvo a mi corazón,
donde todo tiene cabida,
danzo con la realidad

inspiración

Atmanjali mudra
Unidad y oración

17

ABANDONO

Me entrego al misterio
de la vida y la muerte,
nada me pertenece

espiración

Pushtaputa mudra
Apertura y disponibilidad

Por Julián Peragón

 

 

 




Mandalas: Gotas de lluvia

• Mandala tomado de «El libro de los mandalas del mundo. Shia Green. Ed. Océano Ámbar




Mandalas: Yantra tibetano

• Mandala tomado de «El libro de los mandalas del mundo. Shia Green. Ed. Océano Ámbar




Meditación y Eneagrama

 

Hay que salir del sistema egótico. Para ello hay que cultivar la presencia. La vía meditativa es la vía por excelencia.

Cada tipo puede cultivar un mudra con gesto de atención y recuerdo de lo esencial a trabajar. Primero deberíamos intentar situarnos en qué pecado es el que nos corroe por dentro para entender mejor la sanación de la virtud.

Ante la meditación que es una de la herramientas básicas para dejar de ser máquina y ser persona, todos los tipos tienen evidentemente una dificultad propia de su rasgo.

Por ejemplo, El 9 tiene dificultad en concentrarse, el 6 teme dejar de pensar, el 3 se afecta y conmueve al estar en silencio, etc.

 

MUDRAS

1. VIRTUD TOLERANCIA

Sentado en la posición de Loto o Semi- Loto, mano izquierda sobre la rodilla izquierda, la palma de la mano hacia abajo y la mano derecha levantada a la altura del hombro, abierta con los dedos juntos.

2. VIRTUD HUMILDAD

Sentado en posición de Loto o Semi- Loto, manos cruzadas sobre el pecho la mano derecha sobre la izquierda

3. VIRTUD AUTENTICIDAD

Sentado en posición de Loto o Semi- Loto, manos apoyadas sobre las rodillas con las palmas hacia arriba y el dedo pulgar tocando el dedo medio.

4. VIRTUD ECUANIMIDAD

Sentado en posición de Loto o Semi-Loto, manos a la altura de la cintura, abiertas palmas hacia arriba.

5. VIRTUD DESAPEGO

Sentado en posicón de Loto o Semi- Loto, manos apoyadas en las rodillas con las palmas hacia arriba.

6. VIRTUD CORAJE

Sentado en posición de Loto o Semi Loto, con las manos cerrradas y cruzadas sobre el pecho; la derecha sobre la izquierda.

7. VIRTUD SOBRIEDAD

Sentado en posición de Loto o Semi-Loto, manos abiertas apoyadas en las rodillas , con las palmas de las manos hacia ahajo.

8. VIRTUD INOCENCIA

Sentado en posición de Loto o Semi Loto , con las palmas de las manos juntas a la altura del pecho.

9. VIRTUD ACCIÓN ESENCIAL

Sentado en posición de Loto o Semi- Loto, mano izquierda apoyada en la rodilla, con la palma hacia abajo y la mano derecha entre las piernas tocando ligeramente el suelo.

 

 

 

 

 




La búsqueda sagrada

¿Practicaste yoga para llegar a más profundos niveles de abandono y atención?

La exploración del cuerpo me llevó a una más profunda relajación y la relajación trajo consigo la cesación de esquemas repetitivos en el cuerpo y en la mente. La aceptación del cuerpo me llevó a un mayor conocimiento de la sensación de «soltar»; así, de esta forma, el yoga intervino en el pre-sentimiento de la realidad. Pero eso sólo me condujo a un estado en el que ya no ponía el énfasis en el objeto, en el cuerpo, sino en el sujeto último. El yoga proporciona atención y tranquilidad, y un cuerpo tranquilo refleja una mente tranquila. Pero, desde luego, puedes llegar a una plenitud de paz en el cuerpo y en la mente sin el yoga.

 

Leyendo textos sobre yoga, uno se encuentra con palabras tales como «represión», «supresión», «disciplina» y «control». ¿Qué piensas de estas expresiones?

Si sigues el yoga con la intención de alcanzar algo, te desplazas desde tu centro hacia la periferia. Ciertamente, el yoga puede producir un estado de mayor relajación, una mente menos agitada, pero existe el peligro de ir estancándose cada vez más en la relación sujeto-objeto. Naturalmente, puedes experimentar un estado de relajación lleno de paz, pero esta paz es todavía un estado del que entras y sales. Es todavía un objeto de percepción. Y cuando tienes delante un objeto tan sutil y atractivo, es muy difícil llegar a la conciencia sin objeto.

El yoga, o cualquier otra técnica, debería ser seguida sólo con la comprensión de que no hay nada que alcanzar. El que busca es lo buscado y la idea de alcanzar algo es sólo una evasión.

 

¿Hay una buena postura para llegar a una mente tranquila?

Ninguna postura puede ayudar o dificultar el estado en quietud pero, del mismo modo que cuerpo y mente son todo uno, un cuerpo relajado te lleva a una mente tranquila. Toda postura que sea cómoda es la postura correcta.

 

¿Qué diferencia puede haber entre meditar sentado en una silla y meditar en la postura del loto?

La posición con las piernas cruzadas permite una mejor canalización de las energias, pero no es indispensable. Sentarse en una silla también es válido. Lo que es importante es la verticalidad justa.

 

¿Cómo relajarnos cuando tenemos dolor de cabeza o molestias en la espalda o en las piernas?

Hay que distenderse. Para que se eliminen todas las tensiones debes “dejar-hacer”. Un dejar hacer sin controlar, sin dirigir. Tienes que ser apertura, atento a lo que pasa, a lo que ocurre cuando dejas hacer.

 

¿Se puede contemplar un dolor físico?

Sí, pero evitando nombrarlo. Deja libre la sensación y tu interpretación cambiará: no habrá más dolor, sino sensación pura. Negarse a aceptar la sensación dolorosa y calificarla como tal, aumenta el dolor.

Contemplar la percepción sin darle nombre permite una redistribución de la energía porque el que contempla representa la salud absoluta; es la salud absoluta y siempre lo será. En él es donde vive la percepción, en él es donde se efectúa la curación. La aportación del médico consiste en ayudar a la naturaleza, pero la salud está en el fundamento de tu ser.

 

¿Qué hay de las técnicas que emplean objetos para la meditación?

La meditación no consiste en meditar en algo. El centrarte en un objeto te mantiene preso de lo conocido. La meditación pertenece a lo incognoscible. Tranquilizar la mente mediante técnicas puede proporcionarte un cierto estado de relax pero un estado relajado es un objeto de la conciencia, una fracción, y una fracción nunca puede llevarte al todo.

 

Muchas tradiciones enfatizan una práctica sistemática de la meditación. ¿Hay algún valor en esto?

No puedes practicar lo que eres. Uno practica en pos de un resultado en el espacio y el tiempo, pero nuestra naturaleza fundamental no tiene causa ni tiempo. En el momento en que intentas meditar hay una sutil proyección de energia y tú te identificas con esta proyección.

Cuando te haces sensible a las solicitaciones del silencia, puedes sentarte y observar el ir y venir de las percepciones. Sigues estando presente a ellas pero no las sigues. Seguir un pensamiento es lo que le mantiene. Si sigues presente sin hacerte cómplice, la agitación disminuye por falta de combustible. En la ausencia de agitación te ves arrebatado por la resonancia de la quietud.

Es como estar solo en el desierto. Al principio escuchas la ausencia de sonidos y la llamas silencio. Después tal vez te veas súbitamente arrebatado por la presencia de la quietud, donde tú y el escuchador sois la misma cosa. Entonces te das cuenta que no hay meditador, que la idea de un meditador que medita es sólo un producto de la mente.

 

¿Qué es meditación?

Podemos decir que es como un laboratorio. Estás sentado y eres invadido por una cantidad de pensamientos. Vas viendo cómo van procediendo. Los rechazas, te defiendes de ellos, los fijas en un lugar del cuerpo para que no te invadan, relajas de nuevo, te crispas, observas cómo vas funcionando y eso es todo. Y eventualmente vas a descubrir que no hay nada que hacer; en este no hacer nada se va a presentar algo, tu cuerpo y te vas familiarizando poco a poco con esa actitud de no intervenir, de no hacer. Eso es la meditación. La meditación no es una acción mundana. La meditación es algo de cada momento. Se experimenta como una atención, sin ninguna intervención.

 

¿Hay un momento en la vida cotidiana para sentarse a meditar?

Toma nota del deseo de sentarte a meditar. No lo detengas, apartes, evites ni controles. Contémplalo como contemplas las olas del océano. En la contemplación completa no hay interpretación, emotividad o distanciamiento. No hay introversión de los sentidos. Estos siguen estando ahí mientras tengas oídos, ojos y nariz.

Cuando estes alerta verás que hay breves momentos en que la tranquilidad aparece. Si no ignoras esta quietud y te dejas llevar por ella, cada vez te solicitará más y aflorará en ti el deseo de ser esta quietud conscientemente, es decir, continuamente. De este modo la meditación te atrae hacia sí.

 

¿Cómo puedo darme cuenta de estos momentos tranquilos de los que hablas?

Empieza a darte cuenta de que, en el instante en que un deseo se cumple, hay un momento fugaz de ausencia de deseo en que no queda ningún pensamiento. Este momento libre de deseo es de la misma naturaleza que el silencio que continuamente eres. La misma quietud aparece en el espacio entre dos pensamientos o cuando se ha llevado a cabo una acción y no hay nada que hacer inmediatamente después. Esta quietud es realización.

 

Cuando afloran muchos pensamientos y sentimientos, ¿cómo debo afrontarlos?

Lo que aflora son residuos del pasado acumulados mediante la ensoñación. Permanece presente a ellos, libre de todo motivo para suprimirlos.

Todo lo que surge es conflicto, creado por el reflejo de tomarse a si mismo como una fracción, una entidad separada.

 

¿Quién es aquél que quiere meditar?

El objeto de sentarse a meditar no es otro que encontrar al meditador. Cuanto mas busques, mas te convencerás de que no se puede encontrar.

Primero investiga sobre tu necesidad de meditar. ¿De dónde viene realmente esta necesidad de meditar? Del deseo de estar realizado, de estar tranquilo. De modo que la necesidad de meditar proviene de un sentimiento de falta. Haz de esta falta un objeto de investigación. ¿Qué es? Una falta de totalidad.

Te tomas a ti mismo por un meditador, una entidad en el espacio y en el tiempo, y tratas de llenar este aislamiento meditando. Pero el meditador solo puede meditar sobre lo que ya conoce y él mismo pertenece a lo conocido. Es un círculo vicioso.

Fundamentalmente, tu no eres nada, pero no te das cuenta de ello y proyectas energía en buscar lo que eres.

Cuando descubres que el meditador no existe, toda actividad deja de tener objeto y tú llegas a aun estado de no persecución de objetivos, una apertura a lo incognoscible.

 

¿Cómo puedo llevar mis pensamientos a la quietud?

No forzándote a guardar silencio. Vives predominantemente en la asociación de ideas y la interpretación. Cuando veas esto con claridad el pensamiento se volverá menos concreto. Entonces habrá una súbita transferencia de énfasis que pasará del observar como percepción al observar como ser.

Jean Klein

 




La meditación por Desikachar

 

Las prácticas de yoga engloban lo que se ha convenido en llamar la meditación dhyana. En realidad, la meditación es para la mente lo que las posturas asana son para el cuerpo.

La meditación comienza por el proceso que consiste en orientar la mente citta en una dirección o hacia un objeto escogido. En sus Yoga-Sutra, Patanjali dice que la mente está de tal manera concentrada que resiste a las distracciones, incluso a los estímulos más tentadores.

¿Cómo proceder? El Shvetasvatara-Upanishad dice, entre otras cosas, que «el cuerpo bien erigido y en postura simétrica, la mente y los órganos sensoriales bien fijos en el corazón, el sabio, con la ayuda del barco de Brahman, debe atravesar las olas del terrorífico crecimiento del nacimiento y de la muerte».

Como si se tratara de un carro con los caballos indisciplinados, uno debe controlar la respiración, vencer los movimientos, respirar por la nariz y, de esta manera, dominar la mente.

«El lugar escogido para la meditación debe ser puro -sin escombros, ni arena, ni fuego, ni murmullo de aguas. Es en un lugar así, donde la mente no es perturbada, donde los ojos no son molestados, un lugar al abrigo del viento, donde uno debe empezar a practicar el yoga. La agilidad, la salud a toda prueba, la ausencia de codicia, una cara o un rostro claro, la dulzura de la voz, un olor agradable -tales son las primeras manifestaciones del yoga.»

Patañjali hace hincapié también en los ejercicios respiratorios, que constituyen una etapa preliminar purvanga a la meditación dhyana. Podemos claificar la meditación en dos categorías: sa-vishaya y nir-vishaya.

La categoría sa-vishaya implica la presencia de un objeto para la mente. El objeto debe ser favorable, conveniente, adaptado yuktam.

La mente recibe las características del objeto. Si el objeto es excitante, la mente se excitará. Si el objeto es tranquilizador y pacífico, la mente también lo será. Por esto es necesario escoger el objeto que mejor se adapte a cada persona.

Por ejemplo, para una mujer embarazada y temerosa, no es oportuno neditar sobre los aspectos feroces o terroríficos de un personaje. Vale más proponerle la agradable forma de una diosa que apacigua.

En la categoría nir-vishaya, no hay objeto sobre el que concentrarse: uno intenta solamente reducir el proceso del pensamiento… Cosa que puede obtenerse dejando continuar a los pensamientos su movimiento hasta que disminuyan, o sugiriendo unos pensamientos que neutralicen la producción de los pensamientos negativos espontáneos.

Por ejemplo, si alguien está enfadado con un amigo y quiere solucionar la situación por la fuerza, se le sugerirá que empiece el proceso por una reflexión sobre los riesgos y consecuencias inherentes a esta discusión y sobre las ventajas de dar una oportunidad a este amigo.

Si la meditación no descansa sobre unas buenas bases, puede llegar a ser una manera de escapar de la realidad… Como para esta mujer india que no se entendía con su suegra. Esta desavenencia perturbaba su sueño y le ocasionaba tensiones en las relaciones con sus hijos. Empezó a meditar en la sala de plegarias, reservada para ello en la casa. Al principio experimentó dificultades, pero sintió que su humor mejoraba con el paso del tiempo. Estaba más tranquila. Sin embargo, en cuanto salía de la sala para entrar de nuevo en contacto con su familia, se ponía otra vez nerviosa.

Entonces, empezó a instalarse un curioso proceso: cada vez pasaba más tiempo en esta sala donde ella se retiraba. Otros miembros de la familia protestaron, diciendo que ella utilizaba la plegaria como una excusa para escapar a sus deberes familiares…

La meditación mal comprendida puede también crear otros problemas: un Occidental tenía un trabajo que le obligaba a desplazarse por el mundo entero y su salud se resentía. Consultó a su psicólogo que le aconsejó la meditación. Se sintió mejor y quiso saber más sobre este tema. Fue a ver a un maestro que insistió para que cambiara sus costumbres alimenticias y llegó a ser vegetariano… Pero esto provocó nuevos problemas, porque no siempre podía obtener el alimento que deseaba.

Estos sencillos ejemplos muestran que no hay meditación cuando se reemplaza un problema por otro. De hecho, la meditación debe ayudarnos a reducir nuestros problemas, a favorecer una expansión personal y a desarrollar una mayor facilidad relacional.

Un día, J. Krishnamurti preguntó a T. Krishnamacharya: ¿Qué es el yoga? Y mi padre respondió: «Shanti (paz); shanti del cuerpo, shanti de la mente y shanti del alma.»

 

T.K.V. Desikachar
Revista Viniyoga número 44. La meditación védica

 

 




Sobre la meditación

 

¿Qué significa exactamente meditación?

Hay dos palabras usadas en inglés para expresar la idea india de dhyâna, »meditación» y »contemplación». Meditación significa en realidad “concentración de la mente en un solo tren de ideas referidas a un solo asunto”. Contemplación quiere decir “ver mentalmente un solo objeto, imagen o idea, para que el conocimiento sobre tal objeto, imagen o idea pueda surgir de forma natural en la mente a través de la concentración”. Ambas cosas son formas de dhyâna, pues el fundamento de dhyâna es la concentración mental sea en el pensamiento, la visión o el conocimiento.

Hay otras formas de dhyâna. Hay un pasaje en el que Vivekananda aconseja permanecer de pie detrás de los propios pensamientos, permitirles que surjan en la mente cuando quieran y simplemente observarlos y ver lo que son. Esto podría llamarse concentración en la auto-observación.

Esta forma lleva a otra, el vaciado de todo pensamiento fuera de la mente para dejar una especie de espacio en blanco, puro y vigilante, en el que el conocimiento divino pueda venir e imprimirse, no afectado por los pensamientos inferiores de la mente humana ordinaria y con la misma claridad que una frase escrita con tiza blanca sobre una pizarra. Puede comprobarse que el Gita habla de este rechazo de todo el pensamiento mental como uno de los métodos del yoga y que este es, incluso, el método que parece preferir. Esto puede llamarse el dhyâna de liberación, puesto que libera a la mente de la esclavitud del proceso mecánico del pensamiento y le permite pensar o no pensar, cuando apetezca y como se desee, o escoger sus propios pensamientos o incluso ir más allá del pensamiento hasta la pura percepción de la Verdad denominada en nuestra filosofía vijñâna.

La meditación es el proceso más fácil para la mente humana, pero el mas angosto en sus resultados; la contemplación es más difícil pero mas importante; la auto-observación y la liberación de las cadenas del Pensamiento es lo más difícil de todo, pero lo que proporciona mas y mejores frutos. Se puede escoger cualquiera de ellos según la inclinación y capacidad de cada uno.

El método perfecto es usarlos todos, cada uno en su propio lugar y para su propio objeto; pero esto precisaría una fe fija, una paciencia firme y una gran fuerza de voluntad para la autodisciplina del yoga.

 

¿Cuál debe ser el objeto de meditación?

Cualquier cosa que este en consonancia con su naturaleza y sus mas elevadas aspiraciones.

Pero si usted me pide una respuesta absoluta, entonces debo decir que Brahman siempre es el mejor objeto para la meditación o contemplación, y la idea en la que la mente debe fijarse es la de que Dios esta en todo, todo esta en Dios y todo es Dios.

Realmente no importa si se trata de un Dios Personal o Impersonal, o subjetivamente, del Uno Mismo. Pero ésta es la idea que yo considero como mejor, porque es lo más alto y abarca todas las otras verdades, sean verdades de este mundo, de otros mundos o de más allá de toda existencia fenomenal, -“Todo ésto es Brahman”.

 

¿Cuáles son las condiciones externas e internas esenciales para la meditación?

No hay ninguna condición externa esencial, pero la soledad y el aislamiento en el momento de meditación así como la quietud del cuerpo es útil, a veces casi necesario al principiante. Pero no se debe estar condicionado por condiciones externas. Una vez se establece el hábito de la meditación, debe ser posible hacerlo en todas las circunstancias, tumbado, sentando, caminando, solo, en compañía, en silencio o en medio del ruido, etc.

La primera condición interna es el establecimiento de la voluntad en contra de los obstáculos a la meditación, es decir, el vagabundeo de la mente, el olvido, el sueño, la impaciencia física y nerviosa, la inquietud, etc.

La segunda es una creciente pureza y calma de la conciencia interna (citta) sin la cual surjen el pensamiento y la emoción, es decir una liberación de todas las reacciones perturbadoras, como el enojo, el malestar, la depresión, la ansiedad sobre los acontecimientos mundanos, etc.

 

(Comentarios de Sri Aurobindo sobre la meditación extractados literalmente de su libro “Letters on Yoga”)

 

 




La conciencia del testigo

— Si durante el día está usted alerta, si está atento a todo el movimiento del pensar, a lo que usted dice, a sus gestos -cómo se sienta, cómo camina, cómo habla- si está atento a sus respuestas, entonces todas las cosas ocultas salen a la luz muy fácilmente. En ese estado de atención lúcida, despierta, todo es puesto al descubierto.

 

— La mayoría de nosotros está inatenta. Darse cuenta de esa inatención, es atención.

 

— La meditación no es una fragmentación de la vida; no consiste en retirarse a un monasterio o encerrarse en una habitación sentándose quietamente por diez minutos o una hora en un intento de concentrarse para aprender a meditar, mientras que por el resto del tiempo uno continúa siendo un feísimo, desagradable ser humano.

 

— Para percibir la verdad, uno debe poseer una mente muy aguda, clara y precisa —no una mente astuta, torturada, sino una mente capaz de mirar sin distorsión alguna, una mente inocente y vulnerable. Tampoco puede percibir la verdad una mente llena de conocimientos; sólo puede hacerlo una mente que posee completa capacidad de aprender. Y también es necesario que la mente y el cuerpo sean altamente sensibles —con un cuerpo torpe, pesado, cargado de vino y comida, no se puede tratar de meditar. Por lo tanto, la mente debe estar muy despierta, sensible e inteligente.

 

— Las necesidades básicas para descubrir aquello que está mas allá de la medida del pensamiento, para descubrir algo que el pensamiento no ha producido son tres: 1) se debe producir un estado de altísima sensibilidad e inteligencia en la mente; 2) ésta debe ser capaz de percibir con lógica y orden; 3) finalmente, la mente debe estar disciplinada en alto grado.

 

— Una mente que ve las cosas con total claridad, sin distorsión alguna, sin prejuicios personales, ha comprendido el desorden y está libre de él; una mente así es virtuosa, ordenada. Sólo una mente muy ordenada puede ser sensible, inteligente.

 

— Es preciso estar atento al desorden que hay dentro de uno mismo, atento a las contradicciones, a las luchas dualísticas, a los deseos opuestos, atento a las actividades ideológicas y a su irrealidad. Uno ha de observar «lo que es» sin condenar, sin juzgar, sin evaluar en absoluto.

 

— La mayor parte del tiempo está uno inatento. Si usted sabe que está inatento, y presta atención en el momento de advertir la inatención, entonces ya está atento.

 

— La percepción alerta, la comprensión, es un estado de la mente de completo silencio, silencio en el cual no existe opinión, juicio ni evaluación alguna. Es realmente un escuchar desde el silencio. Y es sólo entoces que comprendemos algo en lo cual no está en absoluto envuelto el pensamiento. Esa atención, ese silencio, es un estado de meditación.

 

— Comprender el ahora es un inmenso problema de la meditación —ello es meditación. Comprender el pasado totalmente, ver dónde radica su importancia, ver la naturaleza del tiempo, todo eso forma parte de la meditación.

 

— En la meditación existe una gran belleza. Es una cosa extraordinaria. La meditación, no «cómo meditar».

 

— La meditación es la comprensión de uno mismo y, por lo tanto, significa echar los cimientos del orden —que es virtud— en el cual existe esa cualidad de disciplina que no es represión ni imitación ni control. Una mente así, se halla, entonce, en un estado de meditación.

 

— Meditar implica ver muy claramente, y no es posible ver claramente ni estar por completo involucrado en lo que uno ve, cuando hay un espacio entre el observador y la cosa observada. Cuando no hay pensamiento, cuando no hay información sobre el objeto, cuando no hay agrado ni desagrado sino tan sólo atención completa, entonces el espacio desaparece y, por lo tanto, está uno en relación completa con esa flor, con ese pájaro que vuela, con la nube o con ese rostro.

 

— Es sólo la mente inatenta que ha conocido lo que es estar atenta, la que dice: «¿Puedo estar atenta todo el tiempo?» A lo que uno debe estar atento, pues, es a la inatención. Estar alerta a la inatención, no a cómo mantener la atención. Cuando la mente se da cuenta de la inatención, ya está atenta —no hay que hacer nada más.

 

— La meditación es algo que requiere una formidable base de rectitud, virtud y orden. No se trata de algún estado místico o visionario inducido por el pensamiento, sino de algo que adviene natural y fácilmente cuando uno ha establecido las bases de una recta conducta. Sin tales bases, la meditación se vuelve meramente un escape, una fantasía. De modo que uno ha de asentar esas bases; en realidad, esta misma manera de asentar las bases, es la meditación.

 

— Los meditadores profesionales nos dicen que es necesario ejercer el control. Cuando prestamos atención a la mente, vemos que el pensamiento vaga sin rumbo, por lo que tiramos de él hacia atrás tratando de sujetarlo; entoces el pensamiento vuelve a descarriarse y nosotros volvemos a sujetarlo, Y de ese modo el juego continúa interminablemente. Y si podemos llegar a controlar la mente de manera tan completa que ya no divague en absoluto, entonces —se dice— habremos alcanzado el más extraordinario de los estados. Pero en realidad, es todo lo contrario: no habremos alcanzado absolutamente nada. El control implica resistencia. La concentración es una forma de resistencia que consiste en reducir el pensamiento a un punto en particular. Y cuando la mente se adiestra para concentrarse por completo en una sola cosa, pierde su elasticidad, su sensibilidad, y se vuelve incapaz de captar el campo total de la vida.

 

— El principio de la meditación es el conocimiento de uno mismo, y esto significa darse cuenta de todo movimiento del pensar y del sentir, conocer todas las capas de la conciencia, no sólo las superficiales sino las ocultas, las actividades profundas. Para ello, la mente consciente debe estar serena, calma, a fin de recibir la proyección del inconsciente. La mente superficial sólo puede lograr tranquilidad, paz y serenidad, comprendiendo sus propias actividades, observándolas, dándose cuenta de ellas; cuando la mente se da plena cuenta de todas sus actividades, mediante esa comprensión se queda en silencio espontáneamente; entonces el inconsciente puede proyectarse y aflorar. Cuando la totalidad de la conciencia se ha liberado, sólo entonces está en condiciones de recibir lo eterno.

 

— Entre dos pensamientos hay un periodo de silencio que no está relacionado con el proceso del pensamiento. Si observas, verás que ese período de silencio, ese intervalo, no es de tiempo, y el descubrimiento de ese intervalo, la total experimentación del mismo, te libera del condicionamiento.

 

— La meditación no es un medio para algo. Descubrir en todos los momentos d ela vida cotidiana qué es verdadero y qué es falso, es meditación. La meditación no es algo por cuyo medio escapáis. Algo en lo que conseguís visiones y toda clase de grandes emociones. Mas el vigilar todos los momentos del día, ver cómo opera vuestro pensamiento, ver funcionar el mecanismo de la defensa, ver los temores, las ambiciones, las codicias y envidias, vigilar todo esto, indagarlo todo el tiempo, eso es meditación, o parte de la meditación. No tenéis que acudir a nadie para que os diga qué es meditación o para que os dé un método. Lo puedo descubrir muy sencillamente vigilándome. No me lo tiene que decir otro; lo sé. Queremos llegar muy lejos sin dar el primer paso. Y hallaréis que si dáis el primer paso, ese es el último. No hay otro paso.

 

(Comentarios de Krishnamurti sobre meditación extractados literalmente de sus libros, principalmente de:

—»El estado creativo de la mente», Editorial Kier, 1975, Trad: Pedro Sánchez Hernández, 3ª edición

—»Usted es el mundo, Editorial Edhasa, 1983, Trad: Armando Clavier, 2ª edición

—»La libertad primera y última», Editorial Kairós, 1996, Trad: Fundación Krishnamurti Latinoamericana, 1ª edición)





El objeto de la meditación

 

Si quieres meditar con éxito, primero tienes que entender en qué vas a meditar. La gente medita en toda clase de objetos, usando técnicas muy diferentes. Algunos meditan en sus fantasías. Otros meditan en ciertos centros del cuerpo. Pero si examinas cuidadosamente esas técnicas, verás que ninguna de ellas te puede llevar al Ser. Si quieres alcanzar al Ser, debes meditar en el Ser. Tienes que meditar en el testigo interior. Si no entiendes al testigo, irás en dirección equivocada en tu meditación. La verdad es que cuando la mayoría de la gente medita, no medita en el Ser. Al contrario, persiguen a la mente, tratando de erradicar sus pensamientos. Si un ladrón viniera a tu casa, agarrarías un palo y tratarías de ahuyentarlo. Pero ¿ es ésa la manera de meditar? ¿Qué debes hacer en meditación? ¿Debes perseguir a la mente o meditar en el Ser? Tu verdadera relación no es con la mente, sino con el Ser. Así que entiende lo que es el Ser. Averigua esto: ¿tienes tú que conocer al Ser o el Ser es el conocedor de todo?, ¿tienes tú que meditar en el Ser o el Ser es el que está meditando en ti?

 

El Ser es Conciencia. Resplandece por sí mismo y brilla por su propia luz. Sabe todo lo que pasa en tu interior. Por eso no se pondrá a tu alcance. La mente, el intelecto y el ego sólo pueden actuar porque una pequeña parte de la luz de la Conciencia los ilumina. Así que, ¿cómo pueden estos instrumentos internos mostrarte al Ser? Dios no puede ser concebido por la mente, ya que es Dios quien hace que la mente piense. En la Kena Upánishad hay una afirmación: yan manasa na manute yenahurmano matam, tadeva brama tuam viddhi: “Aquello que no es pensado por la mente, pero por lo cual la mente piensa: conócelo como el Absoluto”.

Hace falta una inteligencia muy sutil para captar esto, pero si lo entiendes, no tendrás que hacer ningún esfuerzo para meditar. Sencillamente te darás cuenta de aquello que está meditando en ti.

Imagina que durante la meditación surge algo en tu interior. Primero, te das cuenta de que hay algo. Luego distingues exactamente lo que es. Lo identificas como un pensamiento bueno o malo, como una imagen o una fantasía. El que te hace consciente de la existencia de ese pensamiento o imagen y de lo que es exactamente no es otro que el Ser, el testigo. El Ser lo ve todo, dentro y fuera, hagas lo que hagas y ocurra lo que ocurra. La verdadera meditación es conocer a ese conocedor.

Así que no trates de imponer condiciones a tu meditación. Simplemente vuelve tu atención hacia dentro y medita en el conocedor que está siempre consciente. No te preocupes si tu mente da vueltas. Tantas nubes van y vienen por el cielo y, sin embargo, el cielo permanece puro; no le afectan las nubes. Del mismo modo, al Ser no le molestan los pensamientos que surgen y se dispersan en la mente. Si puedes, borra tus pensamientos. Si no puedes hacerlo, trata de percibir al testigo de dichos pensamientos. Si enfocas tu atención en ese testigo, los pensamientos se calmarán por sí mismos.

Cuando la mente se libre de pensamientos por completo, la luz del Ser se revelará de manera espontánea. Por eso las escrituras de meditación dicen que el verdadero significado se la meditación es la quietud total de la mente. Sin embargo, no todo el mundo es capaz de aquietar la mente de súbito, por eso los sabios han prescrito diversas técnicas de meditación, según la capacidad del individuo.

Del libro de Muktananda ¿A dónde vas?