Miniserie: Urdhva Mukhâsana

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Urdhva Mukhâsana

La postura cara arriba

 




Âsana: Garudâsana

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Garudâsana

Por Àlex Costa

 

 

 

 




Miniserie: Urdhva Prasarita Padâsana

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Urdhva Prasarita Padâsana

 

 




Estilos: Acroyoga

Taller de iniciación al Acroyoga 

Ya lo dijo Jung; (médico psiquiatra Suizo pionero de la psicología profunda), cuando afirmó que en cualquier reacción química cuando dos entran en contacto, se transforman.

El acroyoga combina conceptos acrobáticos con una conciencia yóguica de unión. Es un trabajo en parejas donde exploramos la frontera entre el tú y el yo con la intención de la unión mediante el movimiento. En acroyoga la comunicación es mediante los sentidos, la vista, el tacto, el sentir, dando y recibiendo con generosidad.

En el acroyoga generamos una mayor confianza

¿porqué confiar vale la pena?

Al ofrecer algo al otro, te transformas.

La confianza es algo confuso, parece muy simple, pero cuando tratas de tenerla es algo elusiva. Con el tiempo y la familiaridad, puedes relajarte. Para muchos la tensión inicial se mantiene para siempre, gastamos tanta energía viendo y calculando, tratando de predecir , leyendo las señales de la gente, listos para que cualquier cosa cambie, preparándonos para ser decepcionados.  Tanta energía gastada.

Hablamos de la confianza como algo que se construye, como si fuera una estructura o cosa, pero en realidad, en esa estructura hay algo de dejar ir y lo que eso nos permite es un lujo. Nos permite dejar de pensar, dejar de preocuparnos si alguien nos va a dejar caer, dejar de buscar inconsistencias. Dejar de pensar como la gente actúa cuando no estamos. Nos permite relajar una parte de nuestra mente para que podamos concentrarnos en lo que tenemos al frente, y por eso, es una tragedia cuando se rompe., una traición te puede hacer pensar en todas las traiciones que te esperan, en cosas que no has pensado de la gente en la que confías, y puedes sentir cómo aumenta la tensión, y en los peores casos, puedes decidir no confiar en nadie.

Confiar es tu relación con lo desconocido con lo que no puedes controlar, y no puedes controlarlo todo. No es todo o nada, es una práctica de trabajo, aunque no sea fácil.

La confianza es como un tenedor, no una forma sino muchas formas; física, emocional y quizá otra cosa; es como esa mano invisible que alzamos al mundo buscando alguien a quien sostener mientras caminamos hacia lo incierto.

Yoga y Acrobacia tienen el denominador común de estar en el momento.  Ser en el momento y en equilibrio con otra persona.

En acroyoga siempre son tres personas para trabajar, El base, volante y asistente. Este último es importantísimo pues corrige y alinea al base y volante desde el plano horizontal, ayudándoles a ambos.

Si en cualquier postura el volante o el base pierden la conexión y el equilibrio se utilizará la palabra fuera para indicar que la postura se aborta.

Trabajamos con respeto y honestidad con el propio cuerpo y el del compañero, con total presencia en el eterno instante y con una sonrisa desde el corazón que se verá reflejada en el rostro.

Terminaremos con un suave masaje Thai que restaura el equilibrio del cuerpo utilizando un Yoga pasivo.

 




Serie: Yoga y embarazo




Miniserie: Pashvatan Trikonâsana

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Pashvatan Trikonâsana

La postura del ángulo lateral

 




Âsana: Sarvangâsana

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Sarvangâsana

Por Àlex Costa

 




Estilos: Yin Yoga (2)

Yin yoga-la práctica de la quietud

La práctica de Yin Yoga es una experiencia interna hacia lo permanente, lo profundo y la quietud, es un camino de transformación y conexión con las capas más profundas del ser. Desde lo más externo hacia lo interno. El ambiente de una clase de Yin Yoga es sin prisa, un camino hacia lo interno y relajado, con un enfoque hacia la auto-exploración y el descubrimiento. Yin Yoga revitaliza y abre el cuerpo físico, pero además trabaja también con gran profundidad a nivel emocional y psicológico. Cuando uno permanece cinco minutos en una postura de estiramiento profundo, no solo experimenta su cuerpo, sino su mente y sus emociones, y siente como la práctica conduce a las profundidades de uno mismo a través de la quietud del cuerpo. La práctica de Yin Yoga es, en última instancia, una práctica de la rendición, de la aceptación y el dejar ir… Renunciar… renunciar a ver el mundo, las cosas y los seres en él a partir de una percepción dual, y empezar a experimentar la unidad de todo.

Yin Yoga: una secuencia (meridiano del riñón y la vejiga urinaria)

La búsqueda de la quietud y la profundidad permaneciendo durante un largo tiempo en las posturas en una secuencia de Yin Yoga.

Si estás acostumbrado a sudar en el camino hacia glamorosas posturas (de yoga), Yin Yoga puede -a primera vista- parecer demasiado lento, demasiado simple, y, bueno, demasiado aburrido. Pero esta práctica compleja de posturas pasivas que se mantienen largo tiempo, en el suelo, es profundamente nutritiva y tiene grandes beneficios para todo practicante de yoga, nos dice Sarah Powers (profesora de yoga y meditación)

A nivel físico, Yin Yoga aumenta el rango natural de movimiento en las articulaciones. Al mantener los músculos relajados, liberas las capas profundas del tejido conectivo, logrando la serenidad con más facilidad que en cualquier otro estilo de yoga ó práctica de meditación sentada. A nivel energético, Yin Yoga aumenta el flujo de prana (energía vital) en los tejidos alrededor de las articulaciones, donde la energía a menudo se estanca. Sarah Powers compara la práctica de yin yoga como una sesión de acupuntura que hace uno mismo: las secuencias se orientan hacia ciertos canales de energía (nadis llamada en el yoga o meridianos de la medicina china), que en última instancia, benefician a los órganos, al sistema inmunológico y al bienestar emocional.

Y luego están los beneficios mentales: sosteniendo una postura durante tres a cinco minutos a menudo aparecen sensaciones de malestar. La práctica de Yin Yoga nos invita a permanecer y explorar las intensas sensaciones que se presentan, en lugar de moverse rápidamente hacia la siguiente postura. «(la práctica de Yin Yoga) te enseña a sentirte más cómodo con la incomodidad en lugar de alarmarte», dijo Sarah Powers. «Yin Yoga es la unión entre la meditación y las asanas en una práctica muy profunda».

Además de todo esto, no es necesario dejar su práctica dinámica de yoga, para recibir los beneficios (de yin yoga) Powers, quien enseña junto al estilo Yin Yoga, el estilo Yang (su versión de secuencias dinámicas de posturas de yoga), anima a los estudiantes a hacer Yin antes o después de una rutina regular, o como una secuencia independiente. Recomienda una sesión de Yin Yoga por lo menos dos a cuatro veces a la semana. «Estás acondicionado que los tejidos se vuelven más elásticos, por lo que la práctica tiene un efecto acumulativo», dice. «Cuanto más lo haces, más quieres hacerlo.»

 

Consejos para la práctica

Hay tres cosas fundamentales para hacer al practicar Yin Yoga. En primer lugar, entrar en una postura respetando tus límites de una manera suave. En segundo lugar, se permanece en el asana, tal como lo harías durante la meditación. En tercer lugar, la permanencia por un tiempo, como si se tratara de una sesión de acupuntura. En principio el objetivo de tres a cinco minutos, pero si un minuto es suficiente, comienza allí y vas aumentando hasta llegar a dos minutos.

 

Una secuencia de Yin Yoga

La secuencia que sigue equilibra lo que la medicina tradicional china llama el meridiano del riñón -esencial para la salud mente-cuerpo-. «Cuando la energía (el chi o prana) de los riñones se revitaliza, se sentirá animado», nos dice Sarah Powers. La secuencia incluye retroflexiones pasivas, porque el canal del riñón fluye a través de la zona baja de la espalda. Flexiones hacia delante desde la posición sentados actúan como contraposturas y estimulan el meridiano de la vejiga urinaria, el cual se cruza con todos los otros meridianos en el cuerpo.

Clase propuesta por Helena Buigues




Meditación para niños

 

 

Los adultos, hoy en día, en nuestra sociedad, parece que nos hemos subido a un tiovivo que va a toda velocidad y que somos, la mayoría de las veces, incapaces de frenar. Este tiovivo está lleno de actividades y de responsabilidades, de proyectos con una agenda apretadísima. Bastaría, para salir de esa espiral, sentarse tranquilamente, cerrar los ojos y empezar a respirar con el vientre, saboreando cada sorbo de aire. Entonces el lago agitado de nuestra mente se iría calmando y podríamos ver el fondo. Esto es, en esencia, la meditación, la posibilidad de poder descansar en lo hondo de lo que somos, aquello que ha permanecido a lo largo de toda nuestra biografía incondicionado.

Afortunadamente la mayoría de los niños suben al tiovivo del barrio pero no tienen todavía un tiovivo en su cabeza, están, por así decir, más conectados con su vitalidad, con sus pulsiones, en definitiva con su ser. Pero también es cierto que poco a poco vamos presionando al niño a través de la educación y a través de la cultura de masas a que rinda por encima de sus posibilidades, a que se adapte a nuestras expectativas y que se amolde a una sociedad que busca la productividad y un ocio compensatorio pero que genera frustración e insatisfacción. Vemos, cada vez más, niños hiperactivos, niños malhumorados, niños que van muy cansados del colegio a la actividad extraescolar, y de ésta a casa.

El Yoga y la meditación que hacemos con los niños no se parece en nada al que hace un adulto puesto que esta técnica milenaria intenta adaptarse a cada persona y a cada colectivo según su realidad, necesidades y expectativas. La actividad que tiene que hacer un jardinero no es la misma cuando la semilla está bajo tierra que cuando ha aparecido el primer brote o el arbusto está floreciendo, cada momento requiere un tratamiento adecuado. En este caso, el niño tiene que mejorar su psicomotricidadad, tiene que descubrir su cuerpo, cultivar su conciencia sensorial, y muy importante, relacionarse con los otros niños a través del juego.

No está de más decir que el juego, especialmente para el niño, es el alma de su desarrollo como persona y es, de alguna manera, una representación de la realidad que tarde o temprano tendrá que manejar. A través del juego se relaciona con un otro y encuentra la motivación para avanzar en sus propios límites. Es a través del relato como hilo conductor que introducimos ejercicios para movilizar el cuerpo, para ampliar la respiración y para potenciar la concentración.

Con la meditación aprendemos a parar nuestra mente que se parece, cada vez más, a un mono inquieto o a un caballo desbocado. Pero no basta con decir la palabra mágica stop porque apenas tiene efecto. Tendremos que recurrir a la estrategia, tendremos que torear el toro embravecido de nuestros pensamientos. Buscamos que el niño se dé cuenta que al igual que tenemos un cuerpo y que lo movemos según nuestra voluntad, también tenemos una mente y que ella es un gran instrumento para conocer la realidad pero que es posible que pueda seguir nuestros dictados.

Hay infinitos ejercicios que ayudarán al niño y a la niña a conocer su cuerpo y su mente, y a través de ellos empezará a escuchar con más profundidad lo que ocurre tanto dentro como fuera, no hay mayor placer que escuchar una música con todos los sentidos plenamente concentrados. Veamos algunos de ellos.

Caminar por la sala de trabajo corporal descalzos y en silencio, en todas direcciones, mientras se hacen algunos estiramientos y respiraciones es un buen punto de inicio. Si les pedimos que poco a poco vayan enlenteciendo el paso hasta que sientan cómo se apoya lentamente el talón, la planta, los dedos al dar cada paso. Si les indicamos que levanten cada pie a cámara lenta como si fuera fotograma a fotograma estaremos trabajando la concentración, la respiración y el equilibrio, todo a la vez.

Podemos meditar con ellos si, una vez sentados con la espalda recta, les pedimos que cierren los ojos y que se concentren en el sonido más lejano que puedan, cualquier sonido que venga de más allá de la sala, la escuela, la calle, el barrio o el bosque. Y poco a poco vamos reconociendo los sonidos más y más cercanos hasta que escuchamos los que están en la sala, los que están alrededor nuestro, los que forman parte de nuestro cuerpo, los mismos sonidos de nuestra respiración, corazón o vientre. Con ello aprendemos a focalizar entre un sinfín de estímulos aquéllos que para nosotros son significativos.

En realidad, cada ejercicio de concentración o de meditación, provee una enseñanza de vida. Cuando le pedimos a los niños que cojan un montoncito de piedras pequeñas y que se las pongan a su lado izquierdo cuando estén sentados queremos también que enfoquen lo pequeño, lo pequeño que pasa desapercibido pero que tiene más importancia de lo que nos parece. La vida está hecha de pequeños momentos al igual que los grandes viajes están hechos de pequeños pasos. El ejercicio es muy sencillo, con la mano izquierda cogemos una piedrecita, podemos acompañar el gesto con una inspiración pero no es importante. Entonces enfocamos delante nuestro esa piedrecita y vemos su forma, su color, sus manchitas. Después la cogemos con la mano derecha y la depositamos al lado contrario al espirar, y así con cada piedra hasta agotar el montoncito. En el montoncito todas las piedras parecen iguales pero cuando las enfocamos cada una es original, irrepetible, al igual que cada momento de la vida.

Enfocar lo pequeño es importante para el niño pero enfocar lo grande también. La meditación con las estrellas es extraordinaria. Hay incontables estrellas, millones y millones. Entender, aunque de forma muy elemental, la distancia que nos separan de ellas y el tiempo que viaja la luz a través del espacio hasta llegar a nosotros nos ayuda a entender mejor la fragilidad de la vida, la inmensidad del universo. Tumbados en el suelo bien abrigados intentamos enfocar una estrella y percibimos el color de la estrella, el titilar de su luz imaginando todo el tiempo que ha tardado en llegar hasta nosotros. En realidad un momento especial.

Hay que entender lo pequeño y lo grande, pero también lo mediano. La meditación del corazón es íntima y es cálida. En parejas, uno tumbado boca arriba y el otro acurrucado dejando la oreja en medio del pecho del compañero o compañera. Poco a poco escuchamos el ritmo del corazón, la sístole y la diástole, el sonido que se acelera o se enlentece, la respiración acompasada. Todo corazón tiene su música, parece decirnos algo, incansable, bombea la sabia de la vida que pasa por nuestras arterias y tal vez, nos recuerda, ese otro corazón que escuchamos buena parte de nuestra vida intrauterina.

De alguna manera todos los niños hemos meditado cuando rastreábamos la orilla del mar para conseguir conchas vacías, o nos perdíamos en el bosque otoñal para encontrar hojas grandes y pequeñas, amarillas y rojizas. La naturaleza del niño se puede entretener en la gota que cae desde el tejado experimentando casi en su propio cuerpo las ondas concéntricas que provoca en el charco. Todos hemos jugado con las nubes y sus formas, contando los colores del arcoiris, siguiendo el rastro de hormigas hasta el hormiguero.

Pero no nos confundamos, la meditación en el adulto tiene una función de derribo, de aquellas estructuras del carácter que nos separan de la totalidad y que nos impiden la profundidad de lo que somos. En el niño la meditación es curiosidad y es aprendizaje, es reconstrucción de una estructura que se está solidificando, eso sí, con materiales nuevos, sensibles, casi me atrevería a decir, orgánicos. Es a través de la experimentación que el niño descubre su identidad en concordancia con lo que le rodea y no es extraño que su cuerpo y sus sentidos, el juego con los demás, la interrelación con la naturaleza sean los principales protagonistas.

Julián Peragón

 

 

 

 




Mudras y chakras

En este trabajo meditativo intentamos unir la simbología del mudrâ con el nivel de conciencia de cada chakra. Es cierto que la vinculación entre mudrâ y chakra no es fija y depende de la intención y de los contenidos que nosotros ubiquemos en cada uno de ellos. Lo importante es que el mudrâ nos ayuda a enfoque un determinado aspecto del ser. Os proponemos que investiguéis y que ajustéis después, si es necesario, otros mudrâs si os permiten una mejor conexión.

 

CENTRO 1.
Pushpaputa Mudrâ, manos llenas de flores.
Unas manos abiertas sin afán de poseer.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CENTRO 2.
Dhyana Mudrâ, Gesto de contemplación
Las manos hacen un cuenco vacío, como la mente iluminada, para recibir lo necesario para nuestro camino espiritual.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CENTRO 3.
Vajrapradama Mudrâ, el gesto de la confianza inquebrantable.
Un gesto de fuerza y poder.

 

 

 

 

 

 

 

 

CENTRO 4.
Atmanjali Mudrâ, el gesto de la oración.
Replegar los sentidos y ejercer la unión interior desde el corazón.

 

 

 

 

 

 

 

 

CENTRO 5.
Shankh Mudrâ, el gesto de la caracola.
El gesto que nos invita a ir hacia dentro.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CENTRO 6.
El Mudra del Ser interior. Símbolo de pureza y sabiduría.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CENTRO 7.
Jñana Mudrâ, el gesto de la conciencia.
Índice y pulgar en íntimo contacto como el ser interior y la totalidad que nos rodea.